Moriré de ti - Poemas de Félix Barroso Gutiérrez
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Moriré de ti
Poema publicado el 11 de Febrero de 2021
MORIRÉ DE TI
Estoy seguro que moriré de Ti.
No sé el día.
Pero de Ti moriré
por no haber hecho todo lo imposible
para que lo que pudo ser
hubiera sido
y, hoy, sobrarían estos versos.
Nadie me enseñó a jugar con otras cartas.
En juego de amores, nadie se arrogue que es experto
si no conoce trucos, guiños y señales
de quien es cómplice en el juego.
Me contagiaste enfermedad
que sí sé que la tenías
en los primeros peldaños
de lo que debió ser preciosa historia.
Tus miradas, tus sonrisas, tus silencios complacientes…
lo decían todo y mucho más.
Sin embargo, cambió el tiempo luego
y no supe ya interpretar las huellas
de tu visible y azul rastro,
que, a veces, lo tenía hasta al alcance de la mano.
La oculista eras Tú y mi ojo no lo habías graduado.
Comencé a ir de sonámbulo por vida
y no daba pie con bolo
ni daba una a derechas,
aunque siempre me consideré hombre de izquierdas.
Me contagié de Ti;
el contagio se hizo crónico y… ¡a ver quién lo remedia!
Ya sé que de tu infección de mí ni poso queda:
señal de buenos anticuerpos y óptimas defensas.
Me moriré de Ti y no sé ni el día ni la hora;
mas ha de ser más bien pronto que no tarde,
pues no hay dios en parte alguna que aguante esta condena.
Poema publicado el 11 de Febrero de 2021
MORIRÉ DE TI
Estoy seguro que moriré de Ti.
No sé el día.
Pero de Ti moriré
por no haber hecho todo lo imposible
para que lo que pudo ser
hubiera sido
y, hoy, sobrarían estos versos.
Nadie me enseñó a jugar con otras cartas.
En juego de amores, nadie se arrogue que es experto
si no conoce trucos, guiños y señales
de quien es cómplice en el juego.
Me contagiaste enfermedad
que sí sé que la tenías
en los primeros peldaños
de lo que debió ser preciosa historia.
Tus miradas, tus sonrisas, tus silencios complacientes…
lo decían todo y mucho más.
Sin embargo, cambió el tiempo luego
y no supe ya interpretar las huellas
de tu visible y azul rastro,
que, a veces, lo tenía hasta al alcance de la mano.
La oculista eras Tú y mi ojo no lo habías graduado.
Comencé a ir de sonámbulo por vida
y no daba pie con bolo
ni daba una a derechas,
aunque siempre me consideré hombre de izquierdas.
Me contagié de Ti;
el contagio se hizo crónico y… ¡a ver quién lo remedia!
Ya sé que de tu infección de mí ni poso queda:
señal de buenos anticuerpos y óptimas defensas.
Me moriré de Ti y no sé ni el día ni la hora;
mas ha de ser más bien pronto que no tarde,
pues no hay dios en parte alguna que aguante esta condena.
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