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Poemas de EMMA POSADA

EMMA POSADA
Emma Posada (1912-1997). Poeta salvadoreña. Nació en San Salvador, El Salvador en 1912 y murió en 1997. Fue redactora de la Revista del Ministerio de Instrucción Pública, columnista de La Prensa Gráfica por muchos años y además publicó en el mismo periódico una sección que tituló “Páginas escogidas” donde rescataba fragmentos de los grandes escritores. Junto a Salarrué, Alberto Guerra Trigueros, Jacinto Castellanos Rivas y otros escritores de renombre fue miembro del grupo Cactus. También formó parte de la Sociedad de Amigos del Arte. Su libro Poemas en prosa fue prologado por Alfredo Espino quien subrayó sus textos como una expresión original que respondía a una psicología rica, complicada, ejemplar. El escritor, poeta y crítico literario, Jorge Ávalos, dice de estos poemas: En 1942, Alberto Guerra Trigueros señaló que, en El Salvador, sólo Emma Posada (1912-1997) había escrito "poemas en prosa como Dios manda". Aunque la mayoría de sus textos aparecieron en varias revistas y periódicos en 1930, cuando la autora contaba con 17 años de edad, su único libro fue publicado en 1935, precisamente bajo el título de "Poemas en prosa". Esa edición original sólo contenía doce poemas; una edición posterior publicada en 1965 por la Dirección de Publicaciones e Impresos incluyó tres poemas más, y aún así no es posible hablar de una escritora con una obra. Pero a pesar de su paso fugaz por las letras salvadoreñas, la influencia de su poesía no puede ser menospreciada. Un enamorado Miguel Ángel Espino escribió el prólogo al breve libro y Claudia Lars la incluyó en su clásica antología de poesía salvadoreña publicada en la revista Cultura (No. 54, San Salvador, diciembre, 1969). En realidad, sólo un puñado de los textos de Posada son rescatables: "Desolación", "Noche mendiga", "Gato negro" y "Caracol". ¿Por qué son tan importantes estos cuatro poemas? Las vanguardias llegaron tardíamente a El Salvador. Y la poesía en prosa, aunque tenía algunos practicantes —entre los que sobresalen Julio Enrique Ávila y Alberto Masferrer—, solía limitarse a describir paisajes o situaciones con un tono poético. Posada, en cambio, introduce a nuestras tierras la escritura surrealista, que se distingue en este caso porque las imágenes actúan y ejercen la acción, como en el hipnótico cuadro onírico "Noche mendiga": «En los telares eternos, las brujas tejen fantasmas para estas noches de invierno. La geometría gris de la tristeza descuelga un arco trágico sobre el lomo del tiempo. // Madre Miseria ríe, piruetea y danza en el circo de las desgracias; en las callejuelas mendigas, los perros hambrientos aúllan hasta hacer rodar sobre las sombras los aros fríos del silencio… // Luna medio apagada, lluvia fina y nerviosa. La ciudad mendiga duerme cubierta con sus harapos. Madre Miseria ronda… y un perro triste lame la luna enferma.» En este sorprendente texto, los verbos descolgar, dormir y lamer, respectivamente, demuestran cómo Posada los utiliza como puntos de equilibrio entre imágenes que podrían ejercer el papel de sustantivo o predicado de la oración. No hay un hilo narrativo ni hay un intento de poetizar la prosa, la cual mantiene una sintaxis de estructura llana, sin un patrón rítmico o un lenguaje preciosista. Pero la carga poética se hace evidente desde el inicio. Cada oración es una imagen autónoma y, como lo demuestra también el poema "Gato negro", que también resuma la atmósfera de los cuentos de hadas, estas imágenes se suman como las cuentas de un collar para configurar un suceso poético. Las primeras dos décadas del siglo XX fue un tiempo dominado por una poesía bucólica y costumbrista, que describía paisajes o cuadros estáticos por medio de metáforas (cuando la apariencia de una cosa es representada con la apariencia de otra, como en Alfredo Espino: "eran mares los cañales"). En sus mejores textos, en cambio, Posada abandona resueltamente la metáfora, de hecho, todas las expectativas de la poesía de su tiempo, para introducir imágenes que no intentan describir la realidad exterior; al contrario, Posada busca recrear cómo percibió una experiencia interior intensa en un momento dado por medio de imágenes insólitas: "cuerpo de sombra", "espinazo interrogante", "la flecha de un aullido", "geometría gris de la tristeza", "aros fríos del silencio". Aunque ahora parezca extraño admitirlo, en El Salvador el verdadero albor de la vanguardia llegó, accidentalmente, con los poemas entusiastas de una adolescente.

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Alma de duende en cuerpo de sombra. Enjoyada la cabeza, el espinazo in......
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Llamaron a mi puerta, y por temor a las sombras y a los lobos hambrien......
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