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PÁjaro en una tormenta - Poemas de Sergio Borao Llop


 
 
PÁjaro en una tormenta
Poema publicado el 18 de Junio de 2009


      Ese día, ese primer día de la naciente primavera
      la embriagadora música amaneció sobre los montes.
      La risa azul que irradiaba el firmamento
      reverdecía las laderas y ensalzaba
      los contrastes verdirojos de los prados.
     
      Ese día florecieron los años de destierro
      reconstruyendo la antigua cúpula dorada
      con columnas de esperanza y miradores
      que se abrían sobre el valle de la dicha.
     
      Así, ciego, con la daga de tu nombre entre mis labios,
      creí haber escapado a las fauces del destino,
      pero hoy las sombras cenicientas de twin peaks
      nuevamente han descendido sobre mí
      y no hay una hondonada sin fisuras
      donde poder respirar un minuto de sosiego.
     
      ¿Qué despiadada venganza de los dioses
      me condena al arbitrio de las nubes
      inquietantes, plomizas, que me cubren?
     
      ¿Qué oscuro designio ha desencadenado
      el furor del vendaval sobre mis alas rotas?
     
      Dondequiera que el atardecer me lleve
      la faz del firmamento está cerrada.
     
      Un granizo triste azota las esquinas
      de esta ciudad vencida, saqueada y moribunda
      donde hasta los perros vagabundos se estremecen
      cuando sus ojos caen en la oquedad del cielo
      tapiado por un muro de silencio perpetuo.
     
      No hay luna que brille en esta noche aciaga
      y hasta el bosque resuena con un murmullo de amenaza
      que confunde la vigilia de los buhos
      y acalla las canciones de los árboles
      como una divinidad incontestable.
     
      Los ángeles blanden un estandarte de inclemencia
      y el horror se va extendiendo en los zaguanes
      como un torrente negro que va desdibujando
      las huellas que dejaron nuestros pasos
      en la alfombra de asfalto, en las baldosas
      blanquinegras que adornan el recuerdo.
     
      Todo es una sombra impenetrable,
      todo un trueno aterrador que nunca cesa,
      un relámpago atroz que incendia la cordura.
     
      Y entre el caos volar, volar toda la noche,
      toda la infinita noche atravesar los cielos
      sabiendo que las tormentas nunca cesan
      y que el amanecer es tan sólo una utopía
      urdida con los frágiles cristales
      del evasivo espejo que jamás se detiene.

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