Tornados huyen de mi comarca - Poemas de Patricio Rojas
Tornados huyen de mi comarca
Poema publicado el 10 de Octubre de 2005
Tan solo ayer la niebla
tapizaba los balcones de la esquina.
Un río de invertebrados
cruzó las salientes de la noche,
y el ocaso
se nutrió de aureolas vespertinas.
Cruzó el silencio,
danzaron golondrinas,
pulularon centellas.
Quiero pensar un momento.
Tal vez, un lucero me acompañe
o me abrigue en tu rivera,
y en la cima,
el arcoiris se tornará antojadizo,
pues su prosa está mal herida.
¿Que pretende el vacilante viajero?
De su finca brota letargo
que corrompe en raudal aparatoso.
¡Aléjate!
que ya irrumpe la génesis,
y sus contertulios ya tomaron platea.
Bastaba un cincel de coral
para labrar una exhigua venturanza.
Pero ojeasteis el capítulo acaecido
como un óleo discernido,
como una estaca encarroñada,
como un corcel azulado.
Ya no pertenezco a este designio
y ni todos los instantes
pueden sofocar mi rumbo,
pues entre malezas labré el camino.
Sí,
soy celador de sombras,
y mi traje ya no tiene acero,
mas
sobre un púlpito estrellado
te proclamo a cántaros.
Poema publicado el 10 de Octubre de 2005
Tan solo ayer la niebla
tapizaba los balcones de la esquina.
Un río de invertebrados
cruzó las salientes de la noche,
y el ocaso
se nutrió de aureolas vespertinas.
Cruzó el silencio,
danzaron golondrinas,
pulularon centellas.
Quiero pensar un momento.
Tal vez, un lucero me acompañe
o me abrigue en tu rivera,
y en la cima,
el arcoiris se tornará antojadizo,
pues su prosa está mal herida.
¿Que pretende el vacilante viajero?
De su finca brota letargo
que corrompe en raudal aparatoso.
¡Aléjate!
que ya irrumpe la génesis,
y sus contertulios ya tomaron platea.
Bastaba un cincel de coral
para labrar una exhigua venturanza.
Pero ojeasteis el capítulo acaecido
como un óleo discernido,
como una estaca encarroñada,
como un corcel azulado.
Ya no pertenezco a este designio
y ni todos los instantes
pueden sofocar mi rumbo,
pues entre malezas labré el camino.
Sí,
soy celador de sombras,
y mi traje ya no tiene acero,
mas
sobre un púlpito estrellado
te proclamo a cántaros.
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