Lluvia - Poemas de Manuel Cabello RamÍrez
Lluvia
Poema publicado el 22 de Marzo de 2022
LLUVIA
Las gotas de agua arreciaban con su crepitar en las calles, las hojas llenaban con su manto, los charcos cristalinos como espejos que reflejaban el gris cielo que con su mirada nos acompañaba en nuestro andar del momento fugaz, mas la lluvia era los más preciado de aquella tarde por recordar.
Tu mano y la mía sujetas con fervor intenso, nuestras ropas resistían el caer violento de las gotas intrépidas del invierno, pero tu sonrisa me alentaba a seguir, bajo esa memorable lluvia que cubría nuestros cuerpos de ese invierno que soñamos alguna vez pasar.
El agua como mil agujas intentaban pasar la barrera de nuestras vestimentas, y golpeaba nuestros rostros incólumes, de juventud invernal, un suspiro tuyo, estremeció mi pecho el viento sonaban con su ulular, eran la calles felices con nuestro andar.
Tu sonrisa, el brillo de tus ojos iluminaban los grises recovecos del sinuoso camino que sorteábamos para por fin llegar, a nuestro destino, nada hacía presagiar, que nuestro amor era tan sublime que ni el frio de esa tarde nos haría cambiar en espera del reencuentro imaginario que algún día volviéremos a disfrutar.
REX (MCR)
Poema publicado el 22 de Marzo de 2022
LLUVIA
Las gotas de agua arreciaban con su crepitar en las calles, las hojas llenaban con su manto, los charcos cristalinos como espejos que reflejaban el gris cielo que con su mirada nos acompañaba en nuestro andar del momento fugaz, mas la lluvia era los más preciado de aquella tarde por recordar.
Tu mano y la mía sujetas con fervor intenso, nuestras ropas resistían el caer violento de las gotas intrépidas del invierno, pero tu sonrisa me alentaba a seguir, bajo esa memorable lluvia que cubría nuestros cuerpos de ese invierno que soñamos alguna vez pasar.
El agua como mil agujas intentaban pasar la barrera de nuestras vestimentas, y golpeaba nuestros rostros incólumes, de juventud invernal, un suspiro tuyo, estremeció mi pecho el viento sonaban con su ulular, eran la calles felices con nuestro andar.
Tu sonrisa, el brillo de tus ojos iluminaban los grises recovecos del sinuoso camino que sorteábamos para por fin llegar, a nuestro destino, nada hacía presagiar, que nuestro amor era tan sublime que ni el frio de esa tarde nos haría cambiar en espera del reencuentro imaginario que algún día volviéremos a disfrutar.
REX (MCR)
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