Agualuna, suprema y panameña - Poemas de Luis Arias Manzo
Agualuna, suprema y panameña
Poema publicado el 25 de Enero de 2002
Quizás la más esotérica,
La más escalofriante,
Más severa y, más austera,
Venías con una delicada misión:
Penetrar en los rincones oscuros de mi conciencia
Y atrapar desde allí a tirones la nebulosa,
Esa bruma que empaña los ojos
Y no deja mirar el luminoso universo.
Debías invadir atrevida mi alma
Para que aflorara la capacidad intuitiva,
En mi mente bien demasiado terrenal.
Yo materialista, guerrillero virtual,
Y machista contemporáneo,
Me resistía y me negaba,
Y me re-negaba.
Tú, maquiavélica y profana,
Usabas todos los medios a tu alcance;
Venías por las noches en ruido de viejas bisagras,
Penetrabas insolente en mi lecho
Y en aquel catar de sábanas transpiradas,
Me violabas la intimidad.
Tu estadía sería transitoria,
Treinta días y veinticinco poemas de amor,
Poemas de guerra del guerrero invencible
Que cabalgaba por las vastas llanuras de la vida
Y acudía a la cita de nuestra guerra actual.
Después te fuiste clandestina
Como si te escaparas de un trágico acontecer
Y me dejabas sumergido, casi enterrado,
Buscando mil explicaciones sin respuestas
Hasta ver el amanecer de tu libro:
“Agualuna”
Que entre lágrimas y fríos
Poco a poco fui construyendo.
Tenía el verbo herido entre mis entrañas
Y el alfabeto se retorcía como tripas enfermas
Cuando sacaba adelante mi literario karma,
Pero tú, sabia, suprema y esotérica,
Con dedicación y esmero
Lo habías preparado todo,
Te fuiste sin dejar ningún cabo suelto
Y me dejaste taciturno y sumergido
En un mar de preguntas diáfanas.
Era el cálido mes de Febrero,
Dos mil y un años después de Cristo,
Cada día, y todos los días,
Día tras día,
Venías con tu figura afligida
Y tus voces quebrantadas,
Trayéndome las lecciones del RAM
Rigor, Amor, Misericordia.
Poema publicado el 25 de Enero de 2002
Quizás la más esotérica,
La más escalofriante,
Más severa y, más austera,
Venías con una delicada misión:
Penetrar en los rincones oscuros de mi conciencia
Y atrapar desde allí a tirones la nebulosa,
Esa bruma que empaña los ojos
Y no deja mirar el luminoso universo.
Debías invadir atrevida mi alma
Para que aflorara la capacidad intuitiva,
En mi mente bien demasiado terrenal.
Yo materialista, guerrillero virtual,
Y machista contemporáneo,
Me resistía y me negaba,
Y me re-negaba.
Tú, maquiavélica y profana,
Usabas todos los medios a tu alcance;
Venías por las noches en ruido de viejas bisagras,
Penetrabas insolente en mi lecho
Y en aquel catar de sábanas transpiradas,
Me violabas la intimidad.
Tu estadía sería transitoria,
Treinta días y veinticinco poemas de amor,
Poemas de guerra del guerrero invencible
Que cabalgaba por las vastas llanuras de la vida
Y acudía a la cita de nuestra guerra actual.
Después te fuiste clandestina
Como si te escaparas de un trágico acontecer
Y me dejabas sumergido, casi enterrado,
Buscando mil explicaciones sin respuestas
Hasta ver el amanecer de tu libro:
“Agualuna”
Que entre lágrimas y fríos
Poco a poco fui construyendo.
Tenía el verbo herido entre mis entrañas
Y el alfabeto se retorcía como tripas enfermas
Cuando sacaba adelante mi literario karma,
Pero tú, sabia, suprema y esotérica,
Con dedicación y esmero
Lo habías preparado todo,
Te fuiste sin dejar ningún cabo suelto
Y me dejaste taciturno y sumergido
En un mar de preguntas diáfanas.
Era el cálido mes de Febrero,
Dos mil y un años después de Cristo,
Cada día, y todos los días,
Día tras día,
Venías con tu figura afligida
Y tus voces quebrantadas,
Trayéndome las lecciones del RAM
Rigor, Amor, Misericordia.
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