Poemas de GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
Gertrudis Gómez de Avellaneda, (Camagüey; 23 de marzo de 1814 - Madrid; 1 de
febrero de 1873), escritora y poetisa cubana.
Nació en la antigua Santa María de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, Cuba el 23 de
marzo de 1814. Pasó su niñez en su ciudad natal y residió en Cuba hasta 1836. En
este año parte con su familia hacia España.
En este viaje compuso una de sus más conocidos versos,Al partir. Antes de llegar
a España recorrió con su familia algunas ciudades del sur de Francia
especialmente en Burdeos donde vivieron por algún tiempo. Finalmente en España
se establecieron en La Coruña. De La Coruña pasó a Sevilla y publicó versos en
varios periódicos bajo el seudónimo de La Peregrina que le ganaron una gran
reputación. Es en esta ciudad donde en 1839 conoce al que será el gran amor de
su vida Ignacio de Cepeda y Alcalde joven estudiante de Leyes con el que vive
una atormentada relación amorosa, nunca correspondida de la manera apasionada
que ella le exige, pero que le dejará indeleble huella. Para él escribió una
autobiografía y gran cantidad de cartas que publicadas a la muerte de su
destinatario muestran los sentimientos más íntimos de la ecritora. Visitó Madrid
en 1840 donde hizo amistad con literatos y escritores de la época. Al año
siguiente publicó exitosamente su primera colección de poemas. Después de los
éxitos líricos vinieron los triunfos dramáticos. Su primera obra estrenada en
Madrid en 1844 fue Munio Alfonso, la cual fue inicio de su gran fama como
dramaturga. En España escribió una serie de novelas, la más famosa Sab (1841)
que fue la primera novela abolicionista.
En 1844 conoce al poeta Gabriel García Tassara. Entre ellos nace una relación
que se basa en el amor, los celos, el orgullo, el temor. Tassara desea
conquistarla para ser más que toda la corte de hombres que la asedian, pero
tampoco quiere casarse con ella. Está enfadado por la arrogancia y la coquetería
de Tula, escribe versos que nos hacen ver que le reprocha su egolatría, ligereza
y frivolidad. Pero Avellaneda se rinde a ese hombre y poco después casi la
destroza. Tula está embarazada y soltera, en un Madrid de mediados del siglo
XIX, y en su amarga soledad y pesimismo viendo lo que se le viene encima escribe
"Adiós a la lira", es una despedida de la poesía. Piensa que es su final como
escritora. Pero no será así.
En abril de 1845 tiene a su hija Maria, o Brenilde como la llama ella. Nace muy
enferma y muere con siete meses de edad. Durante ese tiempo de desesperanza
escribe de nuevo a Cepeda: "Envejecida a los treinta años, siento que me cabrá
la suerte de sobrevivirme a mí propia, si en un momento de absoluto fastidio no
salgo de súbito de este mundo tan pequeño, tan insignificante para dar
felicidad, y tan grande y tan fecundo para llenarse y verter amarguras."
Son escalofriantes las cartas escritas por Tula a Tassara para pedirle que vea a
su hija antes de que muera, para que la niña pueda sentir el calor de su padre
antes de cerrar los ojos para siempre. Brenilde muere sin que su padre la
conozca.
En 1846 se casó con don Pedro Sabater. Al poco tiempo su esposo enfermó y apenas
un año después de su matrimonio quedó viuda.
En 1850 realiza una segunda edición de sus poesías. Movida por el éxito de sus
producciones y acogida tanto por la crítica literaria como por el público en
1854 presentó su candidatura a la Real Academia Española pero prevaleció el
exclusivismo imperante en la época y el sillón fue ocupado por un hombre. En
1858 estrenó su drama Baltasar cuyo triunfo superó todos los éxitos tenidos
anteriormente y lo cual compensó las contrariedades que había encontrado en su
carrera.
Se casó nuevamente en 1856 con un político de gran influencia, don Domingo
Verdugo. Con él realizó un viaje por el norte de la Península y después de 23
años de ausencia regresó a Cuba en 1859. Vivió en Cuba unos cinco años. Tula,
como era conocida afectusamente por el pueblo, fue celebrada y agasajada por sus
compatriotas. En una fiesta en el Liceo de la Habana fue proclamada poetisa
nacional. Por seis meses dirigió una revista en la capital de la Isla, titulada
el Álbum cubano de lo bueno y lo bello (1860). A finales de 1863 la muerte de su
segundo esposo, el coronel Verdugo, acentuó su espiritualidad y entrega mística
a una severa y espartana devoción religiosa. En 1864 partió de Cuba, para nunca
más volver a su Patria, en un viaje a los Estados Unidos, de allí pasó a España.
En 1865 fija su residencia en Madrid donde murió el 1 de febrero de 1873 a los
59 años de edad. Sus restos reposan en el cementerio de S. Fernando de Sevilla.
fantasía
¡Oh Antilla dichosa¡ ¿Qué mágicos sones, qué luz inefable, qué extraña...... las contradicciones
No encuentro paz, ni me permiten guerra; de fuego devorado, sufro el f...... a una acacia
¡Arbol que amé! te reconozco: en vano el ábrego inclemente, el bóre...... volver a la patria
¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa! Después de ausencia tan larga Que por m...... al destino
Escrito estaba, sí: se rompe en vano una vez y otra la fatal cadena, y...... a la poesía
¡Oh, tú, del alto cielo precioso don, al hombre concedido! ¡Tú, de mis...... suplicio de amor
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira, quien oye el eco de tu voz son...... voz de las aves
De mirto entre ramos, con tierna alegría, su nombre cantamos porque es...... poeta
Y yo- que en mi pecho lo guardo esculpido- te ruego permitas, duquesa ...... voz de la luna
Brotó esta zona de ese astro el brillo, y aunque me humillo su luz al ...... voz de los arroyos
Y yo lo escucho, mis ondas rizo, murmuro plácido, y me deslizo de flor...... voz de cuba
¡Escucha¡ Con místicas voces de extraña dulzura te dice natura por qué...... voz de la noche
Sí, sí, las nieblas tristes -por plácido misterio- hoy huyen de mi imp...... voz de las flores
En tanto nuestros cálices se entreabren virginales; perfumes sin igual...... Esta es la página 1 de un total de 1