Hay que despedirse de hasta uno mismo - Poemas de Carlos Pillado
 |
|
|
|
|
 | ||||
Hay que despedirse de hasta uno mismo
Poema publicado el 27 de Septiembre de 2018
Hay que despedirse de hasta uno mismo.
Hay que despedirse siempre,
hay que despedirse de hasta uno mismo,
hay que dar las gracias,
hay que estar presente,
pero al mismo tiempo,
hay que despedirse.
Hay que decir adiós.
Hay que despedirse de los logros,
de los fracasos,
de los éxitos, de las decepciones.
Hay que despedirse de lo que queremos,
de lo que amamos.
Hay que despedirse de los momentos,
de los recuerdos, de las memorias.
Hay que despedirse para poder transitar
la vida aliviados, ligeros y calmos.
Hay que despedirse para estar libres,
para estar sanos, para estar vacantes, disponibles.
Hay que despedirse siempre.
Hay que despedirse de los odios,
de los tormentos, de los miedos.
Hay que despedirse de cada uno de nosotros.
Hay que despedirse de hasta uno mismo,
y darse las gracias por estar presente
y atravesar la vida con integridad,
con decencia, dignidad y orgullo.
Hay que despedirse de la vida,
hay que despedirse de los padres,
de los hijos, de los amigos, de los hermanos.
Hay que despedirse de todos aquellos
que nos han amado y que amamos.
Hay que despedirse de lo mundano,
de lo profano, de lo trivial.
Hay que despedirse de hasta uno mismo,
ausentándonos, marchándonos,
alejándonos, retirándonos,
y de esa manera poder darnos
una y otra vez la bienvenida,
aceptarnos, recibirnos, reconocernos
y sentir que estamos vivos.
Hay que despedirse,
para regresar en algún momento,
pero ahora, más atentos, más ilusionados, más deseosos.
Hay que despedirse siempre,
y sobre todo, de uno mismo.
Poema publicado el 27 de Septiembre de 2018
Hay que despedirse de hasta uno mismo.
Hay que despedirse siempre,
hay que despedirse de hasta uno mismo,
hay que dar las gracias,
hay que estar presente,
pero al mismo tiempo,
hay que despedirse.
Hay que decir adiós.
Hay que despedirse de los logros,
de los fracasos,
de los éxitos, de las decepciones.
Hay que despedirse de lo que queremos,
de lo que amamos.
Hay que despedirse de los momentos,
de los recuerdos, de las memorias.
Hay que despedirse para poder transitar
la vida aliviados, ligeros y calmos.
Hay que despedirse para estar libres,
para estar sanos, para estar vacantes, disponibles.
Hay que despedirse siempre.
Hay que despedirse de los odios,
de los tormentos, de los miedos.
Hay que despedirse de cada uno de nosotros.
Hay que despedirse de hasta uno mismo,
y darse las gracias por estar presente
y atravesar la vida con integridad,
con decencia, dignidad y orgullo.
Hay que despedirse de la vida,
hay que despedirse de los padres,
de los hijos, de los amigos, de los hermanos.
Hay que despedirse de todos aquellos
que nos han amado y que amamos.
Hay que despedirse de lo mundano,
de lo profano, de lo trivial.
Hay que despedirse de hasta uno mismo,
ausentándonos, marchándonos,
alejándonos, retirándonos,
y de esa manera poder darnos
una y otra vez la bienvenida,
aceptarnos, recibirnos, reconocernos
y sentir que estamos vivos.
Hay que despedirse,
para regresar en algún momento,
pero ahora, más atentos, más ilusionados, más deseosos.
Hay que despedirse siempre,
y sobre todo, de uno mismo.
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de Carlos Pillado