Por el dolor de ser hacia la muerte,
trizar tu sino, amanecer despacio,
romper amarras, destrozar la aurora,
cantar despierto lo que en sueños callo.
Por tu amargura cuando el viento azota
contra los muros de mi patria, helados,
fragantes flores, cálidas promesas,
lívidas mieses de inclinados tallos.
Por la terrible soledad que vino
tan repentina cual es cierto un árbol.
Por esas flores, por aquellos días,
los aires muertos y los vivos brazos.
Por la hermosura de vivir y el día
que se respira sin querer, tan ancho,
por no saber si es cierta la memoria
que alivia un cielo o que recuerda un ábrego.
Por todo os digo estas palabras, puestas
como en la dura tempestad un barco.
La vela rota, el anhelar del viento
junto a la noche. Yo no sé. Escuchadlo.
De: Primavera de la muerte
Selección: Guido Ferrer
|