Versos adictos - Poemas de Alejandro Abal
 |
|
|
|
|
 | ||||
Versos adictos
Poema publicado el 08 de Octubre de 2011
No te impresiones
Ni escandalices,
Adicto es lo no dicho,
Pero en el cofre interior
Que atesora llanto y risa
Euforia y desesperación,
Viven latentes los versos
Que brotan de la vida
Y de todas las manifestaciones
De todo lo creado.
Brotaron los versos
De los que ahora
Ya no están.
Sus cantos vivos
Siguen viviendo
Junto a nosotros
Como poesías eternas.
Recitadas sin cesar,
El viento las recita
al atardecer
mientras vemos
al sol ocultarse,
y en la brisa
que baña
nuestra frente
al final del día.
Brotan los versos
De cada logro obtenido
Y de cada bofetada
Que la vida nos da,
Y se va tejiendo así
Una poesía,
Viva y eterna,
Por los caminos
Que vamos abriendo
Y surcando a la vez.
Fluyen versos…
De los ojos suplicantes de la víctima
De la frente crispada del verdugo,
Del cuerpo yaciente e indefenso,
Y son legítimos los versos
del agua cristalina que refresca
La reseca piel del caminante,
Y de la garganta ardiente del afiebrado,
Que pronto habrá de atravesar el umbral
Que separa un mundo del otro.
Poema publicado el 08 de Octubre de 2011
No te impresiones
Ni escandalices,
Adicto es lo no dicho,
Pero en el cofre interior
Que atesora llanto y risa
Euforia y desesperación,
Viven latentes los versos
Que brotan de la vida
Y de todas las manifestaciones
De todo lo creado.
Brotaron los versos
De los que ahora
Ya no están.
Sus cantos vivos
Siguen viviendo
Junto a nosotros
Como poesías eternas.
Recitadas sin cesar,
El viento las recita
al atardecer
mientras vemos
al sol ocultarse,
y en la brisa
que baña
nuestra frente
al final del día.
Brotan los versos
De cada logro obtenido
Y de cada bofetada
Que la vida nos da,
Y se va tejiendo así
Una poesía,
Viva y eterna,
Por los caminos
Que vamos abriendo
Y surcando a la vez.
Fluyen versos…
De los ojos suplicantes de la víctima
De la frente crispada del verdugo,
Del cuerpo yaciente e indefenso,
Y son legítimos los versos
del agua cristalina que refresca
La reseca piel del caminante,
Y de la garganta ardiente del afiebrado,
Que pronto habrá de atravesar el umbral
Que separa un mundo del otro.
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de Alejandro Abal