Transparencias - Poemas de PAULINA VINDERMAN
Transparencias
Poema publicado el 08 de Abril de 2007
Escríbanme. Resuelvo en medio de la crisis
volverme carta:
papeles que atraviesen los océanos
como frágiles balsas
(para dar importancia a las tormentas)
Anoche llovió. Los senderos se embarraron,
atrapé una luciérnaga equivocada
— y esquiva—
y después leí poemas isabelinos hasta que amaneció
(Un cierto orden es el que sostiene la soledad
y los abrazos)
Hoy tomé cerveza con un hombre cansado
— de ojos endiabladamente hermosos—
y enmudecimos frente a un pueblo fantasmagórico
levantado sobre nosotros como una
pintura surreal.
Todos los días voy hasta el río
después del café. Todos los días desisto
de mirarme en el agua barrosa.
En realidad, ya ninguna trasparencia es posible,
como si la vida se ocultara a sí misma
en el penacho de los cocoteros.
Como si la vida fuera todo y nada, orgullosa
de sus fosforecencias
hasta en las palabras, que finalmente nada dicen,
nada reclaman
sino el mínimo lugar en un universo
de ruido de sartenes
amores suntuosos
olas que arrasan las orillas
y códigos infinitos para desenterrar tesoros
(casi siempre con palas prestadas
y al amanecer.)
Poema publicado el 08 de Abril de 2007
Escríbanme. Resuelvo en medio de la crisis
volverme carta:
papeles que atraviesen los océanos
como frágiles balsas
(para dar importancia a las tormentas)
Anoche llovió. Los senderos se embarraron,
atrapé una luciérnaga equivocada
— y esquiva—
y después leí poemas isabelinos hasta que amaneció
(Un cierto orden es el que sostiene la soledad
y los abrazos)
Hoy tomé cerveza con un hombre cansado
— de ojos endiabladamente hermosos—
y enmudecimos frente a un pueblo fantasmagórico
levantado sobre nosotros como una
pintura surreal.
Todos los días voy hasta el río
después del café. Todos los días desisto
de mirarme en el agua barrosa.
En realidad, ya ninguna trasparencia es posible,
como si la vida se ocultara a sí misma
en el penacho de los cocoteros.
Como si la vida fuera todo y nada, orgullosa
de sus fosforecencias
hasta en las palabras, que finalmente nada dicen,
nada reclaman
sino el mínimo lugar en un universo
de ruido de sartenes
amores suntuosos
olas que arrasan las orillas
y códigos infinitos para desenterrar tesoros
(casi siempre con palas prestadas
y al amanecer.)
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