I - Poemas de PAULINA VINDERMAN
I
Poema publicado el 27 de Julio de 2008
Cuando el otoño llegue va a empezar la novela, dice,
y señala en el aire un café como quien señala el destino,
dueña de esa música ambigua y perfecta que crea el corazón.
Habrá un sueño para seguir, en un paisaje carbonizado .
Un río para seguir, de orillas monótonas
con árboles dormidos como grandes elefantes.
Habrá pequeñas anotaciones en los bordes de las hojas
como si la vida interfiriera,
como si chamuscara un pergamino para envejecerlo,
como si la memoria recortara en papel glacé
las indecisiones, la epopeya privada.
Planea los silencios, la inconstancia, la vaguedad
como focos de poder
sobre lo que no se puede recordar pero se sabe.
Un abanico para su fiebre cuando surja:
Pensar la aridez
en el atardecer del pueblo más opaco, menos elocuente
que pueda dar una escenografía
a la emoción crónica de la realidad distorsionada por el arte.
La flauta del pastor en el museo local.
Las murallas bajo la amplitud de la noche
Y una fuente, donde sentarse a conversar con el personaje, todavía
huraño, todavía presuntuoso,
en el centro exacto de su historia.
Poema publicado el 27 de Julio de 2008
Cuando el otoño llegue va a empezar la novela, dice,
y señala en el aire un café como quien señala el destino,
dueña de esa música ambigua y perfecta que crea el corazón.
Habrá un sueño para seguir, en un paisaje carbonizado .
Un río para seguir, de orillas monótonas
con árboles dormidos como grandes elefantes.
Habrá pequeñas anotaciones en los bordes de las hojas
como si la vida interfiriera,
como si chamuscara un pergamino para envejecerlo,
como si la memoria recortara en papel glacé
las indecisiones, la epopeya privada.
Planea los silencios, la inconstancia, la vaguedad
como focos de poder
sobre lo que no se puede recordar pero se sabe.
Un abanico para su fiebre cuando surja:
Pensar la aridez
en el atardecer del pueblo más opaco, menos elocuente
que pueda dar una escenografía
a la emoción crónica de la realidad distorsionada por el arte.
La flauta del pastor en el museo local.
Las murallas bajo la amplitud de la noche
Y una fuente, donde sentarse a conversar con el personaje, todavía
huraño, todavía presuntuoso,
en el centro exacto de su historia.
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de PAULINA VINDERMAN