Decretamos - Poemas de PABLO MORA
Decretamos
Poema publicado el 18 de Junio de 2007
Que sólo haya día para el hombre.
Que se acaben las almohadas, las cobijas y que sólo haya ruanas
para estar con el relente de las horas y saber qué nos dice cada noche el
conticinio, cuando todas las cosas callan.
La diurnidad en las veinticinco horas de los relojes, sean de
tierra, cuarzo o sol.
La vigilia permanente hasta que al amanecer, armados de una
ardiente paciencia, entremos en espléndidas ciudades.
La visión permanente de la noche para escudriñarle sus secretos y
ver en las madrugadas el alumbramiento o desbotonadura de las rosas.
En una palabra, el insomnio.
Insomnio en todo el territorio nacional culto, intelectual o no;
urbano, campesino, rural o burocrático.
Insomnio para la creación de una Compañía Cafetalera o de
Frailejones al servicio del insomnio, capaz de cubrir los trasnochos
derivantes.
Insomnio para la editorial de la esperanza, para las creaciones
que provengan de las medianoches y de las madrugadas, de mano con la
brisa.
Insomnio para la suspensión provisoria de los debates sobre el
orgasmo, el divorcio, el adulterio o el aborto.
Insomnio para la meditación general sobre nuestras cosas,
verdades, engaños, dolos y mentiras.
Insomnio para la resurrección de Maiakowski, Baudelaire, el Chino
Valera Mora, Ramos Sucre, Zalamea; Otero Silva y Rimbaud. Su resurrección
en cada uno de nuestros actos y nuestros orgasmos, creadores o no
creadores y procreadores.
Insomnio para el reconocimiento de los hijos del padrastro o del
Espíritu Santo en pleno insomnio.
Insomnio para la gente, las flores, las ventanas, los cafetales,
azulejos, espejuelos y apamates.
Insomnio para el serenatero, la chícara, las orquídeas y
alambiques.
Insomnio contra el espantoso cáncer diurno que se cuela por las
calles ciegas de concreto.
Insomnio para el viento, los torrenciales, las mariposas, los
ventisqueros, pastizales y gusanos.
Insomnio para el ciego y sus costumbres.
Insomnio sin meleril, ativán, stelazine, sinogán o fenobarbital
especial, que tanto daño hacen al insomnio. Para que dejen libres las
aspas de la vida de una vez por todas.
Insomnio para cada uno de nuestros zancudos, implacables camaradas
camuflados en los sueños, para que nos ayuden a despertar las piernas, la
arrechera, nuestras ojeras, nuestros ojos
Insomnio para los espejos, las arrugas y caderas.
Insomnio general, con permiso de los psicólogos y sus hermanos, los
psiquiatras.
Insomnio para los burócratas de manera que justifiquen las mañanas
libres, tendidos nada más sobre “lo pendiente” de sus Planes Operativos.
Insomnio para que se acaben las misas matutinas y cada quien las
celebre en su hogar, al mediodía o en la tarde, con su mujer y sus hijos o
sus nietos, los gonzalitos, las golondrinas, los turpiales y las
paraulatas.
Insomnio para verle las rosas pestañas a la aurora, la que será de
ahora en adelante nuestra primera camarada, hasta darle un viraje a tanta
sombra, puesta la mano en los arietes.
Insomnio para las enfermeras, de modo que no dejen morir las
nuevas criaturas, los poetas que demanda la aurora del dos mil.
Insomnio a partir de la muerteviva de quien sabemos renace cada
cien años cuando despierta el pueblo, siendo roja la rosa que recuerde su
paso.
Insomnio para los diciembres, electorales o no, los que falten
para verle la cara a la esperanza.
Insomnio para dar con el alma del paisaje o con el arma errante de
Cantayumare, la que ha de acompañarnos en la lucha de este tiempo sin
nombre todavía.
Insomnio para la paz entre nosotros, nuestros hormigueros,
enramadas, bosques, solares, farallones y neblinas.
Insomnio en cada aldea del planeta, la más pobre en esta noche, la
que no haya sabido de ningún milagro, la que esté virgen todavía o en el
desierto gima.
Insomnio para que nazcan flores en las plazas y los campos y
llevemos a pasear las mariposas a La Romería, La Parada, Mesa de Aura,
París, Roma o Buenos Aires. A Los Chorros, a Los Médanos, a Canaima,
Cachamay, La Hacienda o La Llovizna. A Las Coloradas, El Tequendama, El
Chimborazo o Santa Marta.
Insomnio para los impotentes que no saben que el coito mayor se
hace con el alma como los ouroboros cuando se desguazan a sí mismos con el
alba.
Insomnio porque hay mucho que ver y que mirar mientras nazca la paz entre
los hombres.
Insomnio para irnos con la noche y con la luna a buscar los duendes de la
aldea.
Insomnio de ahora en adelante, Insomnio desde este ventanal
iluminado, desde esta azulada atalaya enrojecida, para seguirle el paso a
las batallas y emprender las que hagan falta todavía.
Insomnio cargado de neblina, siempreviva, amorardiente y también
con las aguas del Torbes y del Quinimarí; del Albarregas, Cabriales,
Orinoco o Caroní; Guanda, Plata o Tuira. Unas para espantar al diablo.
Otras para enamorar las rosas y las abejas que aparezcan detrás de los
caminos.
Insomnio quisqueyano, nicaragüense, andino. Oriental, cubano.
Central, mundial, argentino. Peruano, maracucho o mejicano. Insomnio para
el llano que duerme con la luna. Insomnio para el infortunio de Caracas
que no sabe que tiene un ángel despierto entre su alma.
Insomnio hecho en Venezuela al lado del Caribe. Pensando en
América, la Patria. Para el mundo de hoy de mañana. Con la gracia
imponente de recias madrugadas.
Insomnio para los puentes colgantes, a riesgo, de nuestros mutuos
ríos.
Insomnio hasta el último aliento de la vida.
Insomnio nada más para la noche.
Poema publicado el 18 de Junio de 2007
Que sólo haya día para el hombre.
Que se acaben las almohadas, las cobijas y que sólo haya ruanas
para estar con el relente de las horas y saber qué nos dice cada noche el
conticinio, cuando todas las cosas callan.
La diurnidad en las veinticinco horas de los relojes, sean de
tierra, cuarzo o sol.
La vigilia permanente hasta que al amanecer, armados de una
ardiente paciencia, entremos en espléndidas ciudades.
La visión permanente de la noche para escudriñarle sus secretos y
ver en las madrugadas el alumbramiento o desbotonadura de las rosas.
En una palabra, el insomnio.
Insomnio en todo el territorio nacional culto, intelectual o no;
urbano, campesino, rural o burocrático.
Insomnio para la creación de una Compañía Cafetalera o de
Frailejones al servicio del insomnio, capaz de cubrir los trasnochos
derivantes.
Insomnio para la editorial de la esperanza, para las creaciones
que provengan de las medianoches y de las madrugadas, de mano con la
brisa.
Insomnio para la suspensión provisoria de los debates sobre el
orgasmo, el divorcio, el adulterio o el aborto.
Insomnio para la meditación general sobre nuestras cosas,
verdades, engaños, dolos y mentiras.
Insomnio para la resurrección de Maiakowski, Baudelaire, el Chino
Valera Mora, Ramos Sucre, Zalamea; Otero Silva y Rimbaud. Su resurrección
en cada uno de nuestros actos y nuestros orgasmos, creadores o no
creadores y procreadores.
Insomnio para el reconocimiento de los hijos del padrastro o del
Espíritu Santo en pleno insomnio.
Insomnio para la gente, las flores, las ventanas, los cafetales,
azulejos, espejuelos y apamates.
Insomnio para el serenatero, la chícara, las orquídeas y
alambiques.
Insomnio contra el espantoso cáncer diurno que se cuela por las
calles ciegas de concreto.
Insomnio para el viento, los torrenciales, las mariposas, los
ventisqueros, pastizales y gusanos.
Insomnio para el ciego y sus costumbres.
Insomnio sin meleril, ativán, stelazine, sinogán o fenobarbital
especial, que tanto daño hacen al insomnio. Para que dejen libres las
aspas de la vida de una vez por todas.
Insomnio para cada uno de nuestros zancudos, implacables camaradas
camuflados en los sueños, para que nos ayuden a despertar las piernas, la
arrechera, nuestras ojeras, nuestros ojos
Insomnio para los espejos, las arrugas y caderas.
Insomnio general, con permiso de los psicólogos y sus hermanos, los
psiquiatras.
Insomnio para los burócratas de manera que justifiquen las mañanas
libres, tendidos nada más sobre “lo pendiente” de sus Planes Operativos.
Insomnio para que se acaben las misas matutinas y cada quien las
celebre en su hogar, al mediodía o en la tarde, con su mujer y sus hijos o
sus nietos, los gonzalitos, las golondrinas, los turpiales y las
paraulatas.
Insomnio para verle las rosas pestañas a la aurora, la que será de
ahora en adelante nuestra primera camarada, hasta darle un viraje a tanta
sombra, puesta la mano en los arietes.
Insomnio para las enfermeras, de modo que no dejen morir las
nuevas criaturas, los poetas que demanda la aurora del dos mil.
Insomnio a partir de la muerteviva de quien sabemos renace cada
cien años cuando despierta el pueblo, siendo roja la rosa que recuerde su
paso.
Insomnio para los diciembres, electorales o no, los que falten
para verle la cara a la esperanza.
Insomnio para dar con el alma del paisaje o con el arma errante de
Cantayumare, la que ha de acompañarnos en la lucha de este tiempo sin
nombre todavía.
Insomnio para la paz entre nosotros, nuestros hormigueros,
enramadas, bosques, solares, farallones y neblinas.
Insomnio en cada aldea del planeta, la más pobre en esta noche, la
que no haya sabido de ningún milagro, la que esté virgen todavía o en el
desierto gima.
Insomnio para que nazcan flores en las plazas y los campos y
llevemos a pasear las mariposas a La Romería, La Parada, Mesa de Aura,
París, Roma o Buenos Aires. A Los Chorros, a Los Médanos, a Canaima,
Cachamay, La Hacienda o La Llovizna. A Las Coloradas, El Tequendama, El
Chimborazo o Santa Marta.
Insomnio para los impotentes que no saben que el coito mayor se
hace con el alma como los ouroboros cuando se desguazan a sí mismos con el
alba.
Insomnio porque hay mucho que ver y que mirar mientras nazca la paz entre
los hombres.
Insomnio para irnos con la noche y con la luna a buscar los duendes de la
aldea.
Insomnio de ahora en adelante, Insomnio desde este ventanal
iluminado, desde esta azulada atalaya enrojecida, para seguirle el paso a
las batallas y emprender las que hagan falta todavía.
Insomnio cargado de neblina, siempreviva, amorardiente y también
con las aguas del Torbes y del Quinimarí; del Albarregas, Cabriales,
Orinoco o Caroní; Guanda, Plata o Tuira. Unas para espantar al diablo.
Otras para enamorar las rosas y las abejas que aparezcan detrás de los
caminos.
Insomnio quisqueyano, nicaragüense, andino. Oriental, cubano.
Central, mundial, argentino. Peruano, maracucho o mejicano. Insomnio para
el llano que duerme con la luna. Insomnio para el infortunio de Caracas
que no sabe que tiene un ángel despierto entre su alma.
Insomnio hecho en Venezuela al lado del Caribe. Pensando en
América, la Patria. Para el mundo de hoy de mañana. Con la gracia
imponente de recias madrugadas.
Insomnio para los puentes colgantes, a riesgo, de nuestros mutuos
ríos.
Insomnio hasta el último aliento de la vida.
Insomnio nada más para la noche.
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