Poemas de JUAN CUNHA
JUAN CUNHA
Oriundo de Sauce de Illescas (Florida) nació en 1910 (mismo año que su
amigo J. C. Onetti, de quien fue editor, nada menos que de El Pozo), y
vivió hasta 1985. Los años de dictadura fueron determinantes para que su
obra, y su nombre, fueran quedando, con el paso implacable del tiempo y
con la débil memoria activa de nuestra cultura, a la sombra del gran
público. Desde Palabra cabra desmandada (1971), Cunha no publicó más en el
país. En México salió Enveses y otros reveses (1981); y recién en 1984,
Nancy Bacelo, desde las ediciones de la Feria, fue quien primero se animó
a rescatarlo, publicando Plurales y después el póstumo Árboles (1985). Al
estar fuera de circulación esos largos años, y al morir justo cuando podía
haber vuelto a la luz (pública), no tuvo la oportunidad de reencontrarse a
sus anchas con sus lectores, ni de ser leído cabalmente por las
generaciones postdictadura. Polifacético y prolífico se autopublicó en
vida (lo que le deparó "los consiguientes déficits"), y a pesar de estar
presente en toda antología latinoamericana y/o española que circule con
dignidad, no cuenta al día de hoy con una edición de sus Obras Completas.
Sus libros son inencontrables y por tanto hoy su poesía es inasible. Ha
permanecido, eso sí, en la memoria y en la escritura de otros poetas que,
en muchos casos, lo señalan como un maestro. Decir que Cunha es "un poeta
de poetas" es, en parte, honroso, y en parte injusto. Porque sus varias
poéticas transitan con naturalidad de lo experimental a lo popular, de lo
telúrico a lo intelectual, de la tradición a la ruptura. Se sabía que
Cunha había dejado un gran número de libros inéditos, fielmente guardados
por su mujer, Wilda Belura. El legado no era ficción sino 46 títulos que
dejó bajo un título común y significativo: Señal de vida. Sabía que, a la
corta o a la larga, volvería de la noche por segunda vez, como lo hiciera
por vez primera a los 19 años, con El pájaro que vino de la noche. Es la
Academia Nacional de Letras (con apoyo del Fondo Capital de la comuna
capitalina, y el aporte de las editoriales Cal y Canto, Banda Oriental,
Feria Nacional de Libros y Grabados) quien emprende, finalmente, la
imprescindible tarea de darlos a conocer en cuatro tomos, el primero de
éstos ya en circulación (diciembre, 2000). El volumen (509 páginas)
incluye ocho títulos, con sus correspondientes, abundantes, secciones.
Estos son : Letromaquia (de la A a la U); Viejos preteridos versos; Del
suelo al cielo solos; El cantar de novolver y otros cantares; Revoltijo o
de todo un poquito; De mi tierra; Cenizario; Por último (Menudencias). Sin
desmerecer el emprendimiento, ni la elegante cubierta en blanco y negro
(con foto de un impecable joven Cunha), ni el cuidado de una composición
sin erratas, llama la atención, sin embargo, que en la "advertencia"
(anónima) no se den datos sobre los criterios de esta edición inaugural.
No se dice en base a qué parámetros se ordena la salida de estos inéditos;
se prefirió no incluir algunos libros, pero no se dice por qué, ni cuáles.
No se dan las fechas de composición de los mismos (pueden no existir) pero
tampoco se explicita, entonces, por qué se comienza por éstos y no por
otros. Se podría alegar que son "atemporales" (de hecho ningún libro lo
es), o que Cunha prefirió dejar de lado las fechas (cosa rara pero
posible), pero no se advierte al lector, ni a la crítica, sobre tales
posibilidades.Es factible que estos textos formaran parte del "taller
incesante" del poeta, que nunca dejó de trabajar y reversionar incluso sus
libros ya cerrados. Algo de esto, de su modus operandi, igual, hace falta
decirse. Acaso esta carencia se subsane en tomos subsiguientes, pero
tampoco se anuncia. En un corpus tan complejo en formas y estilos, lo
adecuado sería explicar el cómo y el cuándo de estos inéditos, o al menos
el cómo de este abundante rescate que se acomete. Lo exigen la necesaria
vertebración y la reinserción histórica que su obra demanda y merece.
Señal de apertura y otros sonidos
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