Ella en el desorden - Poemas de LUIS ALBERTO PALACIOS ROMÁN
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Ella en el desorden
Poema publicado el 08 de Diciembre de 2007
Ella no puede
controlar las cosas
para que no se deshagan
en sus manos,
pero no se rinde
y camina a la par
de los rostros esquizofrénicos
que juegan con su mente,
se mete entre la cajetilla de naipes
absorbida por la jungla
y sus animales,
y alguien aspira toda la magia,
toda la maldad también,
el ciclo se desintegra
y ya no sirve así.
Ella nada entre los papeles
que aumentan más y más
y ahora son más,
hay más.
¡Ya! Suficiente de esto,
los papeles la quieren ahogar
el reloj entorpeció
sobre el debut de las doce,
no camina y contribuye
a que ella se anule
con el tiempo
en el que el papel aumenta,
desesperada grita
pidiendo fósforos.
El desorden es ácido
y ella inmersa
cada vez más
en tantos espacios indefinidos
en los que la luz es débil
en donde la escritura
es tan incomoda.
Ella perturbada
se pregunta ensimismada
en lo profundo
¿eres acaso fea?
Y con risas distorsionadas se responde
“no, no lo soy”.
Se deshace de la primera capa
de confusión
y se queda aún intranquila,
muy exhausta,
en espera del segundo acto.
Para el entretiempo
salen a bailar los Jokers
de las cartas de papel.
Poema publicado el 08 de Diciembre de 2007
Ella no puede
controlar las cosas
para que no se deshagan
en sus manos,
pero no se rinde
y camina a la par
de los rostros esquizofrénicos
que juegan con su mente,
se mete entre la cajetilla de naipes
absorbida por la jungla
y sus animales,
y alguien aspira toda la magia,
toda la maldad también,
el ciclo se desintegra
y ya no sirve así.
Ella nada entre los papeles
que aumentan más y más
y ahora son más,
hay más.
¡Ya! Suficiente de esto,
los papeles la quieren ahogar
el reloj entorpeció
sobre el debut de las doce,
no camina y contribuye
a que ella se anule
con el tiempo
en el que el papel aumenta,
desesperada grita
pidiendo fósforos.
El desorden es ácido
y ella inmersa
cada vez más
en tantos espacios indefinidos
en los que la luz es débil
en donde la escritura
es tan incomoda.
Ella perturbada
se pregunta ensimismada
en lo profundo
¿eres acaso fea?
Y con risas distorsionadas se responde
“no, no lo soy”.
Se deshace de la primera capa
de confusión
y se queda aún intranquila,
muy exhausta,
en espera del segundo acto.
Para el entretiempo
salen a bailar los Jokers
de las cartas de papel.
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