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Qué es lo cierto - Poemas de GUSTAVO OSORIO


 
 
Qué es lo cierto
Poema publicado el 06 de Febrero de 2007

               

                                              ¿Qué es lo cierto?



¿Qué es lo cierto?
La voz es un temor que devora.
La voz existe sin signos, sin fuego, como un desfiladero
          natural en el seno del abismo.
En los días y en las noches, las horas nos engranan
          como un mecanismo enigmático, como si lo inefable
          resplandeciese y un escudo cubriera de estupor nuestro viaje.
Descubro que hay un mundo lleno de aguas aparentes
Que yo miro desde lejos, porque no sé romper el hilo
          confuso.
Miro desde lejos porque hay mucha vida reposada, muchas
          caras que denuncian las sordas campanas
Y ya no puedo soñar, porque creo:
Ni puedo esperar, porque levanto un sello, sólo uno
          y cuento mis días ordenados en el arca.
Mis ojos son una marea animada por la turbación;
Mis ojos asidos a un calor que va quemando sus memorias
Desandando todos los duelos para quedar en extraña permanencia.

Pero grito, ardo, cubro de lágrimas mi desnudez sombría;
Y no hay mano que toque mi cabello ni quién conozca el
          país en que desbordo mis cantos,
Ni pie que tiemble al contacto de la tierra.

Era el tiempo en que todas las puertas permanecían
          selladas
Y se podía ir y venir por el aire sin que un estertor
          nos transfigurara en carne macerada:
Con una alegría rebosante y un sueño fijo o presentido,
          yo huía sin saberlo;
Huía de un aceite que seguía mi rastro como diestro
          perro nocturno, contaminando el vacío,
Y seguido a su vez por fieras avezadas en el mal.

Mi quimera entraba y salía del tiempo, estaba en su
          lugar natural,
Se nutría de hechos comunes, de años prohibidos, de
          sales duras, sordas.
Y mi alegría se consumía adentro del reloj detenido en
          un breve espacio negro que enseña la perseverancia.
En adelante, me dije, yo mismo seré el círculo y el
          árbol,
Yo mismo entraré en el silencioso nombre de las cosas.
¡Yo mismo! He aquí que hallo un cuerpo lacerado, que
          sólo sabe temblar,
Un cuerpo polvoriento que cuelga de la sombra, fiel a
          su unidad con la piedra de su origen.

¿Qué toca mi mano cuando tu mano toca el límite?
Ciego estoy, y nada me calma.
Oigo que un mar que me ama crece y crece, y será él
          quien arrebate mi última tabla, sin saberlo.
Ciego estoy, y quiero ver la destrucción;
Quiero ver como se mezclan las semillas de estos hombres
          que pasan sin rozarme.
Quiero ver la palidez de mis muertos, sus sienes sin
          horas, sus caras fugitivas, permanentes, tristes,
Hacinadas en el corazón como una ruina que arde para siempre.

Vivo de un labrado antaño, de un detenido azar, de lo
          que he dejado olvidado en los rincones.
Vivo debajo de las torres que mi memoria alza, conducido
          por signos nefastos.
Gozo de un prefecto aire que hace castos mis dedos;
          pero delante de mí se despeña la casa.
Hay una sima en que la resurrección debe tener su ventana,
          la llama su prodigio y la muerte su manto perdido.



De: Contacto terrestre

Selección: Guido Ferrer

       

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