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Canción oriental - Poemas de FEDERICO GARCÍA LORCA


 
 
Canción oriental
Poema publicado el 09 de Enero de 2002


Es la granada olorosa         
un cielo cristalizado.       
(Cada grano es una estrella, 
cada velo es un ocaso.)       
Cielo seco y comprimido       
por la garra de los años.     
La granada es como un seno   
viejo y apergaminado,         
cuyo pezón se hizo estrella   
para iluminar el campo.       
Es colmena diminuta           
con panal ensangrentado,     
pues con bocas de mujeres     
sus abejas la formaron.       
Por eso al estallar, ríe     
con púrpuras de mil labios... 
La granada es corazón         
que late sobre el sembrado,   
un corazón desdeñoso         
donde no pican los pájaros,   
un corazón que por fuera     
es duro como el humano,       
pero da al que lo traspasa   
olor y sangre de mayo.       
La granada es el tesoro       
del viejo gnomo del prado,   
el que habló con niña Rosa,   
en el bosque solitario,       
aquel de la blanca barba     
y del traje colorado.         
Es el tesoro que aún guardan 
las verdes hojas del árbol.   
Arca de piedras preciosas     
en entraña de oro vago.       
La espiga es el pan. Es Cristo
en vida y muerte cuajado.     
El olivo es la firmeza       
de la fuerza y el trabajo.   
La manzana es lo carnal,     
fruta esfinge del pecado,     
gota de siglos que guarda     
de Satanás el contacto.       
La naranja es la tristeza     
del azahar profanado,         
pues se torna fuego y oro     
lo que antes fue puro y blanco.
Las vidas son la lujuria     
que se cuaja en el verano,   
de las que la iglesia saca   
con bendición, licor santo.   
Las castañas son la paz       
del hogar. Cosas de antaño.   
Crepitar de leños viejos,     
peregrinos descarriados.     
La bellota es la serena       
poesía de lo rancio,         
y el membrillo de oro débil   
la limpieza de lo sano.       
Mas la granada es la sangre, 
sangre del cielo sagrado,     
sangre de la tierra herida   
por la aguja del regato.     
Sangre del viento que viene   
del rudo monte arañado.       
Sangre de la mar tranquila,   
sangre del dormido lago.     
La granada es la prehistoria 
de la sangre que llevamos,   
la idea de sangre, encerrada 
en glóbulo duro y agrio,     
que tiene una vaga forma d   
e corazón y de cráneo.       
¡Oh granada abierta!, que eres
una llama sobre el árbol,     
hermana en carne de Venus,   
risa del huerto oreado.       
Te cercan las mariposas       
creyéndote sol parado.       
Y por miedo de quemarse       
huyen de ti los gusanos.     
Porque eres luz de la vida,   
hembra de las frutas. Claro   
lucero de la floresta         
del arroyo enamorado.         
¡Quién fuera como tú, fruta, 
todo pasión sobre el campo!   

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