Los generales - Poemas de ELEAZAR RIVERA
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Los generales
Poema publicado el 28 de Diciembre de 2003
Se toman por asalto las plazas públicas y como fariseos caminan erguidos con su cetro de huesos de dinosaurio.
Piensan que pueden apagar el espíritu de nuestro aliento.
Se proclaman dueños de la palabra y sienten que un puñal les atraviesa el costado cuando la usamos.
Estos generales se equivocan cuando nos cuadriculan en sus arcaicos términos sin alma ni columna vertebral.
Ellos nunca aprendieron el secreto de este oficio.
Ellos nunca leyeron la gramática de este caminar sobre las aguas.
Nunca vieron la lumbre ni el calvario de los papeles.
Nunca penetraron en el jadear de nuestro grafito.
Estos generales se equivocan al nombrarnos y les duele ver los estigmas de nuestras sandalias.
Se les olvida que hemos pagado este crepitar desde el lamento de nuestra savia.
No. No somos parias. No somos usureros.
No buscamos el fuego de Prometeo, ni el proverbio bienhechor de uno de estos retirados de la milicia.
La guerra la enfrentamos con las armas de la luz.
Nuestra insurrección tiene nombre y apellido.
Es ajenjo en nuestras venas que palpitan por el azul y los laureles.
Poema publicado el 28 de Diciembre de 2003
Se toman por asalto las plazas públicas y como fariseos caminan erguidos con su cetro de huesos de dinosaurio.
Piensan que pueden apagar el espíritu de nuestro aliento.
Se proclaman dueños de la palabra y sienten que un puñal les atraviesa el costado cuando la usamos.
Estos generales se equivocan cuando nos cuadriculan en sus arcaicos términos sin alma ni columna vertebral.
Ellos nunca aprendieron el secreto de este oficio.
Ellos nunca leyeron la gramática de este caminar sobre las aguas.
Nunca vieron la lumbre ni el calvario de los papeles.
Nunca penetraron en el jadear de nuestro grafito.
Estos generales se equivocan al nombrarnos y les duele ver los estigmas de nuestras sandalias.
Se les olvida que hemos pagado este crepitar desde el lamento de nuestra savia.
No. No somos parias. No somos usureros.
No buscamos el fuego de Prometeo, ni el proverbio bienhechor de uno de estos retirados de la milicia.
La guerra la enfrentamos con las armas de la luz.
Nuestra insurrección tiene nombre y apellido.
Es ajenjo en nuestras venas que palpitan por el azul y los laureles.
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