Escombros - Poemas de ELEAZAR RIVERA
Escombros
Poema publicado el 03 de Marzo de 2006
Heme aquí con la simple pretensión del aire. En el pecho de una voz sin carne.
En la explosión de un juego sin palabras. En la ebriedad mágica de un paisaje.
Camino del ritual sin sombra. Crepúsculo milenario de un naufragio.
Paraje de la última estación de un poeta. Heme aquí con los faroles del desenfado.
Con el desdén de auroras y volcanes. Con la luz suspirando en cada beso.
Con los cuervos de universos apagados.
Todo es efímero. Efímero el mar, la colmena y el cántaro. Efímera la hebra de árboles sin pájaros.
Efímera la vela y la noche. Efímero el cometa y el hangar de las plumas rotas.
Efímero el humo y el libro de las palabras asesinas. Efímero el aliento y el suspiro.
Todo es efímero frente a la risa cobarde de la muerte.
No más vestidos con barrotes. No más cadenas sin memoria iluminada.
No más signos para códices sin sangre. No más vendimia. No más sortilegio de palabras muertas.
Heme aquí, con la perra que lame mis heridas. Astro sin el eco de párpados alados.
Cordero sin su hostia. Heme aquí, en el navío descalzo de un profeta.
En la penumbra de un violín sin alas. En el infinito de una imagen tenebrosa.
Con la cotidiana miseria de embotellar sonrisas.
Poema publicado el 03 de Marzo de 2006
Heme aquí con la simple pretensión del aire. En el pecho de una voz sin carne.
En la explosión de un juego sin palabras. En la ebriedad mágica de un paisaje.
Camino del ritual sin sombra. Crepúsculo milenario de un naufragio.
Paraje de la última estación de un poeta. Heme aquí con los faroles del desenfado.
Con el desdén de auroras y volcanes. Con la luz suspirando en cada beso.
Con los cuervos de universos apagados.
Todo es efímero. Efímero el mar, la colmena y el cántaro. Efímera la hebra de árboles sin pájaros.
Efímera la vela y la noche. Efímero el cometa y el hangar de las plumas rotas.
Efímero el humo y el libro de las palabras asesinas. Efímero el aliento y el suspiro.
Todo es efímero frente a la risa cobarde de la muerte.
No más vestidos con barrotes. No más cadenas sin memoria iluminada.
No más signos para códices sin sangre. No más vendimia. No más sortilegio de palabras muertas.
Heme aquí, con la perra que lame mis heridas. Astro sin el eco de párpados alados.
Cordero sin su hostia. Heme aquí, en el navío descalzo de un profeta.
En la penumbra de un violín sin alas. En el infinito de una imagen tenebrosa.
Con la cotidiana miseria de embotellar sonrisas.
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