Un lugar transitable - Poemas de Basilio Sánchez
Un lugar transitable
Poema publicado el 25 de Septiembre de 2004
He escrito algunas páginas y he bajado a la calle.
Ya ha caído, quizás, la última hoja
y el invierno se extiende lentamente
entre las dos orillas: este año
rodará sobre el césped
y hará crujir los labios de los hombres
que ahora son vulnerables. Hace frío.
Recuerdo, sin embargo, que mis últimos versos
fueron rocas azules sobre un paisaje íntimo,
miradas encendidas por la luz del verano.
En los alrededores,
unos muros de piedra ponen límite
a un jardín inconcluso.
Ha quedado la sombra, detrás de la ventana,
del hombre que aún no soy, entre las hojas
que hasta ahora no escrito, en las palabras
que encontraré algún día.
El que he sido hasta hoy cruza de nuevo
sus bosques interiores,
los lugares contiguos en los que la mirada
se vuelve y se apacigua, donde un rumor apenas
pone nombre a las cosas
que sólo he presentido.
Los pájaros nocturnos están cerca.
Van llegando de lejos,
con las alas plegadas,
para apagar la llama de todo lo que duerme.
Ya no hay nadie en las calles,
ya no hay nadie que arroje tampoco su moneda.
La belleza del mundo, la oscuridad del mundo.
¿Qué extraño privilegio, qué escritura indeleble
dará forma a este espacio que una puerta
divide y no divide,
quién hallará el camino, su lugar transitable?
Poema publicado el 25 de Septiembre de 2004
He escrito algunas páginas y he bajado a la calle.
Ya ha caído, quizás, la última hoja
y el invierno se extiende lentamente
entre las dos orillas: este año
rodará sobre el césped
y hará crujir los labios de los hombres
que ahora son vulnerables. Hace frío.
Recuerdo, sin embargo, que mis últimos versos
fueron rocas azules sobre un paisaje íntimo,
miradas encendidas por la luz del verano.
En los alrededores,
unos muros de piedra ponen límite
a un jardín inconcluso.
Ha quedado la sombra, detrás de la ventana,
del hombre que aún no soy, entre las hojas
que hasta ahora no escrito, en las palabras
que encontraré algún día.
El que he sido hasta hoy cruza de nuevo
sus bosques interiores,
los lugares contiguos en los que la mirada
se vuelve y se apacigua, donde un rumor apenas
pone nombre a las cosas
que sólo he presentido.
Los pájaros nocturnos están cerca.
Van llegando de lejos,
con las alas plegadas,
para apagar la llama de todo lo que duerme.
Ya no hay nadie en las calles,
ya no hay nadie que arroje tampoco su moneda.
La belleza del mundo, la oscuridad del mundo.
¿Qué extraño privilegio, qué escritura indeleble
dará forma a este espacio que una puerta
divide y no divide,
quién hallará el camino, su lugar transitable?
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