Navidad y año nuevo del anciano - Poemas de Antonio R Munguia
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Navidad y año nuevo del anciano
Poema publicado el 01 de Enero de 2016
Navidad con nostalgia que empieza en Noche Buena
al calor de la hoguera de leña desvelada,
estampas del pasado de convivencia amena
que estrujan mi alma ansiosa con tristeza callada.
Dibuja en las paredes el fuego revolvente
las siluetas en fila de mis hijos coreando
villancicos y versos que hacen eco en mi mente,
cual si el tiempo esas cuitas gozara repasando.
Hace ya muchos años que los hijos se fueron,
el timbre de sus voces ha de ser grave y serio,
muy distinto a aquel tono con que entonces lucieron
en angélicas voces de violín y salterio.
También a mis oídos se allegan los tronidos
de cohetes de Año Nuevo y luces de bengala
que en el patio trasero prendieran atrevidos,
para entrar jubilosos al calor de la sala.
Tantos recuerdos vuelven de aquel bello pasado
de dichoso convivio con abuelos maternos.
Hoy ya distancia y tiempo han puesto un dique alzado
entre sus días actuales y estos lances eternos.
A Dios yo los confío cada noche en mis rezos
rogando porque sean dechado de armonía
para sus propios hijos, como quise con versos
sembrar en sus entrañas mi mejor melodía.
Ya no aspiro a sus besos y caricias filiales
ni a ser parte del mundo de sus diarias jornadas.
Con saber que a los suyos son amables y leales
doy por buenas y sanas mis obras olvidadas.
Gracias mi Dios te expreso con un sincero gesto.
Tu bendición ha sido en mi vida constante;
cuando vuelva a tu lado sólo pido estar presto
al perdón o al castigo que me otorgues amante.
Sé que pude haber sido un padre más virtuoso
y que defectos tengo como arena la playa,
pero a tu amor inmenso me entregaré dichoso
cuando del mundo agusto y resignado me vaya...
Poema publicado el 01 de Enero de 2016
Navidad con nostalgia que empieza en Noche Buena
al calor de la hoguera de leña desvelada,
estampas del pasado de convivencia amena
que estrujan mi alma ansiosa con tristeza callada.
Dibuja en las paredes el fuego revolvente
las siluetas en fila de mis hijos coreando
villancicos y versos que hacen eco en mi mente,
cual si el tiempo esas cuitas gozara repasando.
Hace ya muchos años que los hijos se fueron,
el timbre de sus voces ha de ser grave y serio,
muy distinto a aquel tono con que entonces lucieron
en angélicas voces de violín y salterio.
También a mis oídos se allegan los tronidos
de cohetes de Año Nuevo y luces de bengala
que en el patio trasero prendieran atrevidos,
para entrar jubilosos al calor de la sala.
Tantos recuerdos vuelven de aquel bello pasado
de dichoso convivio con abuelos maternos.
Hoy ya distancia y tiempo han puesto un dique alzado
entre sus días actuales y estos lances eternos.
A Dios yo los confío cada noche en mis rezos
rogando porque sean dechado de armonía
para sus propios hijos, como quise con versos
sembrar en sus entrañas mi mejor melodía.
Ya no aspiro a sus besos y caricias filiales
ni a ser parte del mundo de sus diarias jornadas.
Con saber que a los suyos son amables y leales
doy por buenas y sanas mis obras olvidadas.
Gracias mi Dios te expreso con un sincero gesto.
Tu bendición ha sido en mi vida constante;
cuando vuelva a tu lado sólo pido estar presto
al perdón o al castigo que me otorgues amante.
Sé que pude haber sido un padre más virtuoso
y que defectos tengo como arena la playa,
pero a tu amor inmenso me entregaré dichoso
cuando del mundo agusto y resignado me vaya...
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