Adios señora maria eva cossío - Poemas de Antonio R Munguia
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Adios señora maria eva cossío
Poema publicado el 12 de Marzo de 2012
Señora bella de figura esbelta
que, en uniforme blanco muy cuidado,
con nostalgia infantil yo la recuerdo
juvenil y garbosa caminando
por la calle del cine y de mi casa,
con su silueta altiva en el retablo
de la acera y pared frente a su paso.
Su diario transitar como un desfile
de belleza elegante era esperado
por símiles peatones, cuyo rumbo
coincidía también al de su horario.
Era puntual el gusto inigualable
de compartir la calle con agrado
disfrutando del rito cotidiano.
Nunca me imaginé que con el tiempo,
ni siquiera en virtud de algún milagro,
tan cerca su persona iba yo a verla
con el cariño honesto cultivado,
de suegra y yerno que la vida quiso
con espléndido gesto regalarnos
casi al ponerse el sol de nuestro ocaso.
El ser mi amiga y madre de mi esposa
me permitió gozar de sus abrazos
y también disfrutar de sus consejos
cuando más los sentí tan necesarios.
Al despedirla le agradezco al cielo
traer a mi memoria aquellos años
que Ud. iluminó con sus encantos…
Su sacrificio juvenil fue enorme
Igual en Casas Grandes en los llanos
que en Nacozari o Yécora entre cerros
con los hijos montados en sus brazos.
Fue igual en Hermosillo y Agua Prieta,
su vida en el hogar y en el trabajo
con entrega total de amor probado.
En su hogar terrenal que Dios bendijo,
sus siete joyas y adorables vástagos
dan gracias al Señor de haber tenido
un ángel por mamá, un ser dotado
de un infinito amor por su familia;
por eso el cielo al clausurar su espacio
con un divino hogar le ha compensado…
Poema publicado el 12 de Marzo de 2012
Señora bella de figura esbelta
que, en uniforme blanco muy cuidado,
con nostalgia infantil yo la recuerdo
juvenil y garbosa caminando
por la calle del cine y de mi casa,
con su silueta altiva en el retablo
de la acera y pared frente a su paso.
Su diario transitar como un desfile
de belleza elegante era esperado
por símiles peatones, cuyo rumbo
coincidía también al de su horario.
Era puntual el gusto inigualable
de compartir la calle con agrado
disfrutando del rito cotidiano.
Nunca me imaginé que con el tiempo,
ni siquiera en virtud de algún milagro,
tan cerca su persona iba yo a verla
con el cariño honesto cultivado,
de suegra y yerno que la vida quiso
con espléndido gesto regalarnos
casi al ponerse el sol de nuestro ocaso.
El ser mi amiga y madre de mi esposa
me permitió gozar de sus abrazos
y también disfrutar de sus consejos
cuando más los sentí tan necesarios.
Al despedirla le agradezco al cielo
traer a mi memoria aquellos años
que Ud. iluminó con sus encantos…
Su sacrificio juvenil fue enorme
Igual en Casas Grandes en los llanos
que en Nacozari o Yécora entre cerros
con los hijos montados en sus brazos.
Fue igual en Hermosillo y Agua Prieta,
su vida en el hogar y en el trabajo
con entrega total de amor probado.
En su hogar terrenal que Dios bendijo,
sus siete joyas y adorables vástagos
dan gracias al Señor de haber tenido
un ángel por mamá, un ser dotado
de un infinito amor por su familia;
por eso el cielo al clausurar su espacio
con un divino hogar le ha compensado…
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