Monólogo frente a una mujer ciega - Poemas de ANTONIO GAMERO
Monólogo frente a una mujer ciega
Poema publicado el 30 de Noviembre de -0001
Alrededor de ti juegan a quien te hiere
Circuncisos arcángeles de noche.
Mujer en cuyos ojos se construye la muerte.
Alrededor de ti pavoridos insectos
Ensayan sus refugios antiaéreos,
Y mariposas huérfanas
Lloran bajo una lluvia de balas y de hojas.
Sur, Este, Oeste, Norte,
Norte, Sur, este, Oeste…
Tus mapas desquiciados se desquician
Y dejan de habitarlos,
Aburridos de sombra, gérmenes de esperanza.
Tu presencia de bólido apagado de inmerge
En inválidas aguas de ríos bombardeados
Y tus manos sacuden el tallo de las rosas
En un intento inútil de derribar las sombras.
Te sientes desasida de la corteza del mundo,
Dolida de interrogar: ¿Y cómo son los niños?
Y de saber que nadie te acompaña
Para revalidad tus ojos congelados.
Te rodeas de espanto y cuando te diriges
Hacia Dios para hablarle con tu humildad de piedra,
Tu frente se golpea contra muros de sílex
Que guardan la ceniza de las estrellas muertas.
Junto a ti y frente a ti
Es negro el corazón de los espejos.
Mujer de ojos difuntos:
Los troncos de la noche se iluminan
Cuando los hombres prenden sus lágrimas de estaño;
Y tú marchas asiéndote a los muros,
Buscando con el tacto
Ateridos cabellos de hijos imaginarios.
Tus párpados se abren desmesuradamente
Y tus pupilas blancas, como flores cocidas,
Giran desesperadas presintiendo la muerte.
Abres la boca y gritas;
Cierras la mano y alzas el puño resignado
En actitud bandida de asesinar los astros.
Lloras, saltas, te rompes el oído,
Muerdes la tierra, muerdes las palabras,
Y anuncias el derrumbe de tu propio destino.
Te llenas de demonio maldiciendo tus días,
E ignoras que hay un hombre frente a ti condolido.
Mujer en cuyos ojos aprendieron los hombres
A oscurecer ciudades bajo los bombardeos;
Desde hace tiempo andas diciéndole a la muerte:
¡Vieja, no te conozco, y en los ojos te llevo!
Poema publicado el 30 de Noviembre de -0001
Alrededor de ti juegan a quien te hiere
Circuncisos arcángeles de noche.
Mujer en cuyos ojos se construye la muerte.
Alrededor de ti pavoridos insectos
Ensayan sus refugios antiaéreos,
Y mariposas huérfanas
Lloran bajo una lluvia de balas y de hojas.
Sur, Este, Oeste, Norte,
Norte, Sur, este, Oeste…
Tus mapas desquiciados se desquician
Y dejan de habitarlos,
Aburridos de sombra, gérmenes de esperanza.
Tu presencia de bólido apagado de inmerge
En inválidas aguas de ríos bombardeados
Y tus manos sacuden el tallo de las rosas
En un intento inútil de derribar las sombras.
Te sientes desasida de la corteza del mundo,
Dolida de interrogar: ¿Y cómo son los niños?
Y de saber que nadie te acompaña
Para revalidad tus ojos congelados.
Te rodeas de espanto y cuando te diriges
Hacia Dios para hablarle con tu humildad de piedra,
Tu frente se golpea contra muros de sílex
Que guardan la ceniza de las estrellas muertas.
Junto a ti y frente a ti
Es negro el corazón de los espejos.
Mujer de ojos difuntos:
Los troncos de la noche se iluminan
Cuando los hombres prenden sus lágrimas de estaño;
Y tú marchas asiéndote a los muros,
Buscando con el tacto
Ateridos cabellos de hijos imaginarios.
Tus párpados se abren desmesuradamente
Y tus pupilas blancas, como flores cocidas,
Giran desesperadas presintiendo la muerte.
Abres la boca y gritas;
Cierras la mano y alzas el puño resignado
En actitud bandida de asesinar los astros.
Lloras, saltas, te rompes el oído,
Muerdes la tierra, muerdes las palabras,
Y anuncias el derrumbe de tu propio destino.
Te llenas de demonio maldiciendo tus días,
E ignoras que hay un hombre frente a ti condolido.
Mujer en cuyos ojos aprendieron los hombres
A oscurecer ciudades bajo los bombardeos;
Desde hace tiempo andas diciéndole a la muerte:
¡Vieja, no te conozco, y en los ojos te llevo!
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