Momento - Poemas de ANTONIO GAMERO
Momento
Poema publicado el 10 de Octubre de 2007
Por un túnel tan negro que pareciera mi hijo
Se desboca la angustia
De hombres zozobrando en el diluvio,
Como descarrilado tren
En que van, pasajeros, la muerte y el olvido.
Y yo siento temor de verme en los espejos
Y de saber que estoy semi-espantado
Luchando contra el grito de los insectos
Que se enrolla en las torres de metal
Y en los candentes hilos telegráficos.
Y miedo de saber que tu total presencia
Invadirá ciudades abiertas en mi alma
E incendiará los lirios levantados
Donde ensayan su llanto las mariposas ciegas.
Porque yo soy, he sido y he de ser
El gran diseñador de mapas angustiados
Por los que cruzan rojos dos ríos, cuatro ríos,
Inválidas hormigas arrastrando,
Y porque de mis manos
Aun llueve la ceniza silenciosa
De una esperanza en ruinas.
Y caen de mis labios,
Como pájaros muertos, la risa y la sonrisa.
Y estoy aquí para gritar: ¡Momento!
Y para levantar en alto, sobre la soledad del aire,
Mi bandera perforada de gritos y lloridos
Y ver cómo mi lámpara de sangre
Ilumina la noche;
Para saber que el agua desbordada
Inunda tu presencia
—tu presencia de ángel ambidextro—
Y lava la tristeza resignada
De los caballos huérfanos.
Y estoy aquí para que al fin de todo
Me enfrente a Dios y pueda interrogarle:
¿En qué hoguera, Señor,
Se va a adherir mi alma a tus metales?
Y los paracaídas de los ángeles
Entonces se abrirán para asombrarme;
Y en la mitad del tiempo, socorrida de astros,
¡Habrá mil niños ciegos despertando!
Poema publicado el 10 de Octubre de 2007
Por un túnel tan negro que pareciera mi hijo
Se desboca la angustia
De hombres zozobrando en el diluvio,
Como descarrilado tren
En que van, pasajeros, la muerte y el olvido.
Y yo siento temor de verme en los espejos
Y de saber que estoy semi-espantado
Luchando contra el grito de los insectos
Que se enrolla en las torres de metal
Y en los candentes hilos telegráficos.
Y miedo de saber que tu total presencia
Invadirá ciudades abiertas en mi alma
E incendiará los lirios levantados
Donde ensayan su llanto las mariposas ciegas.
Porque yo soy, he sido y he de ser
El gran diseñador de mapas angustiados
Por los que cruzan rojos dos ríos, cuatro ríos,
Inválidas hormigas arrastrando,
Y porque de mis manos
Aun llueve la ceniza silenciosa
De una esperanza en ruinas.
Y caen de mis labios,
Como pájaros muertos, la risa y la sonrisa.
Y estoy aquí para gritar: ¡Momento!
Y para levantar en alto, sobre la soledad del aire,
Mi bandera perforada de gritos y lloridos
Y ver cómo mi lámpara de sangre
Ilumina la noche;
Para saber que el agua desbordada
Inunda tu presencia
—tu presencia de ángel ambidextro—
Y lava la tristeza resignada
De los caballos huérfanos.
Y estoy aquí para que al fin de todo
Me enfrente a Dios y pueda interrogarle:
¿En qué hoguera, Señor,
Se va a adherir mi alma a tus metales?
Y los paracaídas de los ángeles
Entonces se abrirán para asombrarme;
Y en la mitad del tiempo, socorrida de astros,
¡Habrá mil niños ciegos despertando!
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