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Voz de esperanza - Poemas de VICENTE HUIDOBRO


 
 
Voz de esperanza
Poema publicado el 20 de Abril de 2009

               

Tienes ojos de orgullo desesperado y de fuego cubierto
Tienes carne color tormento milenario como los desiertos
De cólera variada y en el fondo idéntica
Tu tristeza es sentir la injusticia vertiginosa que enmohece la marcha
y arrastra los pedazos
Tu dicha sería romper las ataduras que te llaman
A las tinieblas
Y crear con tus manos un planeta en forma de corazón

Oyes la tos de los esclavos y un horno ruge en tus entrañas
Oyes las maldiciones abatidas
Oyes gemir y gimes
Con todo tu esqueleto de amarguras inmensas
Oyes los gritos del hombre bajo sombreros como tabacos deshojados
Bajo los harapos de nocturnas facturas
Oyes el llanto y lloras
Oyes la muerte que sale de la noche entrando en los huesos
Oyes el cuerpo del mundo repartido en lamentos
Oyes al angustiado hermano de los pechos sin aire
Oyes gemir y gimes
Mojado de siglos y catástrofes mojado de esperanza
Oyes la súplica de los mares empuñados
Oyes caer las lágrimas a lo largo de la noche
Y las ves atravesar el día
Oyes sufrir y sufres
Oyes llorar al hombre y lloras como el hombre
Pero una fiebre de mariposa gigantesca
Parte del alba retardada entre redes opacas
Nace una hoguera y nace una voz rodeada de fuego
Una voz que redime a un astro ciego y taciturno
Una voz que se ha lavado en largos sueños
Una voz de torrente sacudido
Una voz de pavorosas profundidades
Una voz que levanta los gestos
Blandiendo el mundo entre centellas iracundas
Martillando en la fragua del universo
Una voz cansada de llorar
Y que alza de sus principios
A la dignidad negada por inmundas razones
Y exigido por todas las raíces de su ser invencible
Una voz cansada de gemir

El hombre es paciente
Pero no tanto como el tiempo contemplado
Desde la orilla de la noche
El hombre es sufrido
Sus músculos labrados a golpes de milenios
Pero la tierra es suave y le comprende y le ama
De tantos siglos hasta tantos
El hombre es afable
La tierra le ama y pide un modo de armonía
Y quiere una forma de fraterna dulzura
No quiere estar cubierta de tragedias
Ni rodar bajo crímenes entre fiebres sangrientas
La tierra le ama
(Que sea siempre así)
Quiere su luz de flor meditativa
Quiere su dicha como un canto necesario a la marcha
Que caigan entonces los que construyen la desgracia
Los que cierran el horizonte
Los que impiden el canto
Que se entierren al fondo de su noche
Que caigan sí que caigan
Y vamos descargando los muertos al borde del planeta
Arrojemos carroñas al vacío
Y que el cometa del mal agüero los envuelva en su sudario
Y los arrastre a la nada sin memoria
Se acercan los hombres en marcha desprendida
De montañas geológicas y llenos de ternura
Viene el hombre amado de la tierra
Con sus ojos de abrazo suficiente
Llega el hombre a pedir sus derechos
Yo me descubro a tu paso como ante un mar
Que viene de la noche
Y te entrego mis manos y te entrego mi pecho
Y dejo a tus plantas la actitud de mi cerebro

Tienes un cuerpo traspasado como alarido de perro nebuloso
Tienes tu voz de lágrima a sonrisa
Tienes tu cielo como un mar levantado por sus ansias
Tu tristeza es ver que no saben lo que valen bajo tu piel terrestre
Tu alegría amasar el futuro de tus hijos como hierbas entusiastas
De tu mujer como árbol de dulzura

Árboles árboles velad sobre el destino
Árboles cantando su existencia
Sed luminosos sobre el sueño del aprecio

Qué hora sería en el revés del mundo
Cuando tu corazón sintió su hora
Y que tu piel terrestre fue traspasada de alaridos
Árboles árboles qué desnudez se acerca
Y qué mañanas de metal cantante se preparan
Las hojas contaban a la tierra sus proezas
Y la visión del venidero ilustre se alzó en algunos ojos exclusivos
Que desde entonces lloran de fiebre entusiasmada

Qué hora sería qué hora
Cuando el mundo te trajo la noticia del futuro coronado
Los pies se hicieron rápidos
El cuerpo se vistió de desnudez en estatuas de viento
Y los ojos devorándose entre ellos como dos locos furibundos
Rodaron entre soles y vidrios por todo el universo

Tus manos qué delirio de fuego qué ancha simpatía
Qué lento abrazo a los ruidos de la vida
Tu corazón en buzo bajando a sus raíces
Nadando en sus comienzos    De pie en su objeto comprendido
Tenías tanta hambre de ti mismo

Ruta de oscuras geologías de selvas submarinas
Y de sombras arrodilladas bajo el viento
Hasta el momento que una tiza en el sueño trazó el destino
Levantó los gestos de sus profundidades
Y te dijo lo que eras y tendrías que ser
Sobre ese pedestal que recorres inconsciente

Qué hora sería qué hora cayendo de los árboles
Cuando los muertos dieron la orden de despertar

Y las tribus soñolientas mirando las estrellas
Se pusieron en marcha hacia las formas de sus lenguas
Hacia su esencia de memorias desveladas
Y su pasión de ser en penetrante vida
Idea redentora como un pan oscuro que se hace luz de sangre y células
Qué hora sería entonces
El huracán rugía entre sus barbas sorprendido
Y el viaje era una estatua de su raíz al tronco y al ramaje
Un trabajo invisible de siglos y cimientos anhelantes de aire
No hay detención posible hasta el arco de flores y horizontes
Que señala tu triunfo

Es el hombre
El hombre de pie sobre sus sueños




De:Vicente Huidobro, Obra poética

       

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