Ahora que trajina a sus anchas - Poemas de Samuel Cárdich
Ahora que trajina a sus anchas
Poema publicado el 07 de Enero de 2012
y por toda la casa se siente con fatiga
su presencia que pone
de más a menos la vida cotidiana, uno tiende
a preguntarse:
¿cómo llegó hasta aquí el dolor?,
¿siguiendo qué indicios halló el desvío
más ligero, la ruta de llegar?
Que recuerde, nadie ahora último
hizo mención a su existencia para suponer
que nos oyese, y dándotese por aludido
se instalara aquí, mal venido como es, a buscar asilo,
refugio seguro en esta casa.
Uno se pregunta aquello viéndolo llegar
de modo repentino
y como conducido de la mano por un ser avieso,
que señalando nuestra casa
con el índice, le hubiese dicho: allí es.
Y aún siendo de raíz humana el dolor,
uno no puede dejar de interrogarse
al verlo llegar de mal talante
y portando sus maletas, con la intención oscura
de hacernos una larga compañía.
De las muchas casas que hay
en las inmediaciones, ha elegido a esta sola.
Pequeña y hecha así con el fin
de que viviesen juntas dos o tres personas,
a lo sumo, para no alejarse mucho
entre ellas y llamarse
cuando la otra comience a hacerle falta.
Una casa con espacio para vivir
estrechamente unidos por el alma, tratándonos
de tú a vos, con diminutivos,
para que la alegría nos gobierne a su arbitrio.
Mas de pronto llega con su humanidad obesa
el dolor y lo que antes era holgado
para tres, ahora resulta muy estrecho.
Escaso el aire, angosto el ancho camino del vivir.
(de Último tramo)
Poema publicado el 07 de Enero de 2012
y por toda la casa se siente con fatiga
su presencia que pone
de más a menos la vida cotidiana, uno tiende
a preguntarse:
¿cómo llegó hasta aquí el dolor?,
¿siguiendo qué indicios halló el desvío
más ligero, la ruta de llegar?
Que recuerde, nadie ahora último
hizo mención a su existencia para suponer
que nos oyese, y dándotese por aludido
se instalara aquí, mal venido como es, a buscar asilo,
refugio seguro en esta casa.
Uno se pregunta aquello viéndolo llegar
de modo repentino
y como conducido de la mano por un ser avieso,
que señalando nuestra casa
con el índice, le hubiese dicho: allí es.
Y aún siendo de raíz humana el dolor,
uno no puede dejar de interrogarse
al verlo llegar de mal talante
y portando sus maletas, con la intención oscura
de hacernos una larga compañía.
De las muchas casas que hay
en las inmediaciones, ha elegido a esta sola.
Pequeña y hecha así con el fin
de que viviesen juntas dos o tres personas,
a lo sumo, para no alejarse mucho
entre ellas y llamarse
cuando la otra comience a hacerle falta.
Una casa con espacio para vivir
estrechamente unidos por el alma, tratándonos
de tú a vos, con diminutivos,
para que la alegría nos gobierne a su arbitrio.
Mas de pronto llega con su humanidad obesa
el dolor y lo que antes era holgado
para tres, ahora resulta muy estrecho.
Escaso el aire, angosto el ancho camino del vivir.
(de Último tramo)
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