Atado al mar - Poemas de ROQUE DALTON
Atado al mar
Poema publicado el 10 de Febrero de 2001
Entre la espuma sucia, bajo los desechos
de los conglomerados,
entre los regalos forzosos del río,
de su veloz crueldad,
entre las fosforescencias crudas,
recién nacidas que otorga la luna,
cara a cara con este pedazo de vastedad
desde el hierro sonoro del muelle número siete,
haciendo ostentación de mi hambre colgada en la caña de pescar
veo tu nombre.
El agua es como el olvido, siempre presente,
y los aromas muertos
apenas son agujas tragadas por mi ensimismamiento.
Yo, el hambre y tu rostro,
el mar lento y lo que sobrenada
tal el paisaje.
¿Martes, la medianoche, Octubre?
(Cuando niño quería huir
del mar al mar en un velero blanco.
Pero la orilla no es el mar, la orilla
tiene uñas poderosas, garras que atrapan para siempre
y que te dan miseria, amor (¡amor!),
un pedazo de tela por qué luchar para cubrir los huesos,
un escombro de vino, un número de fila
para esperar todos los días un pétalo de niebla.
En la orilla nace la culpa, se hace sueño la culpa.)
¿Martes, la medianoche, Octubre, año final
de mi desesperación -tan prudente
la pobrecita hasta ahora-?
Tu rostro permanece en mi sueño culpable,
derrota las vecindades agudas.
Ven, flor de frío, quédate hasta muy tarde
conmigo,
déjame la ceguera.
Poema publicado el 10 de Febrero de 2001
Entre la espuma sucia, bajo los desechos
de los conglomerados,
entre los regalos forzosos del río,
de su veloz crueldad,
entre las fosforescencias crudas,
recién nacidas que otorga la luna,
cara a cara con este pedazo de vastedad
desde el hierro sonoro del muelle número siete,
haciendo ostentación de mi hambre colgada en la caña de pescar
veo tu nombre.
El agua es como el olvido, siempre presente,
y los aromas muertos
apenas son agujas tragadas por mi ensimismamiento.
Yo, el hambre y tu rostro,
el mar lento y lo que sobrenada
tal el paisaje.
¿Martes, la medianoche, Octubre?
(Cuando niño quería huir
del mar al mar en un velero blanco.
Pero la orilla no es el mar, la orilla
tiene uñas poderosas, garras que atrapan para siempre
y que te dan miseria, amor (¡amor!),
un pedazo de tela por qué luchar para cubrir los huesos,
un escombro de vino, un número de fila
para esperar todos los días un pétalo de niebla.
En la orilla nace la culpa, se hace sueño la culpa.)
¿Martes, la medianoche, Octubre, año final
de mi desesperación -tan prudente
la pobrecita hasta ahora-?
Tu rostro permanece en mi sueño culpable,
derrota las vecindades agudas.
Ven, flor de frío, quédate hasta muy tarde
conmigo,
déjame la ceguera.
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