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Lento remolino - Poemas de Rocío Tame


 
 
Lento remolino
Poema publicado el 01 de Diciembre de 2016

Como Afrodita, la del amor
de caudal creciente, la trotamundos
que no sacia su voraz locura,
la que no conoce la medida de su cuerpo
de encendidas y fragantes redondeces,
la que sucumbió al hechizo solitario
de Adonis, el joven de tibieza como encino
y gallardía luminosa, ensimismada.
Como Clitia, desnuda entre la nieve
en un surco de invernal neblina
con mirada lacrimosa
y un tórrido deseo acumulado en sus latidos
siguiendo a Helios en el cielo,
el amante del amor evaporado,
inmóvil, floreciente, deshojada,
mientras sus pies iban buscando
la savia de la tierra
en frágiles raíces convertidos
en el sediento heliotropo de los montes.
Como Eco, la ninfa de elocuencia pura
condenada por Hera  a ser sólo resonancia,
marchita de amor por Narciso de encendida aurora,
sin poder responder a su cortejo
languideció hasta ser ceniza.

Así en mi retina se refleja tu cuerpo
bañado del oleaje cálido
de la luz naciente.
Así mis ojos se llenan de tu desnudez
de lluvia en primavera
donde evoco al semental surgido de su fuerza.
Así la sangre se convierte
en lento remolino que termina
en ramilletes de florida espuma.
Y te siento tan cercano
y a la vez perdido en neblinosa lejanía
como un surco fértil que se forma en mis entrañas,
como una voz de vaho y espejismo,
como un lento amanecer de alas, silencioso
cual un mar que anuncia la tormenta.
Consagrado a tu propio ardor
de hombre frutal, restituido.
Y no puedo ya con esta vibración
de ángeles, con este concierto de demonios
que me suben al pecho,
con el doble mensaje de tus ojos,
con las horas partidas en pedazos
que me llevan a ningún lado.
¿dónde estuvo el error
que acumulé en mis dedos?
¿Dónde el astro que surgía
de mi frente muda?

Una ola de humo de ti me aleja, irremediablemente.
Y tu cuerpo se pierde, cae al agua
como una manzana a punto de pudrirse,
y no te veo, no te encuentro más
en este tiempo sin sentido
en que mis ojos te buscan en la sombra.

Adiós viajero,
el abrazo ardiente, poblado
de estrellas embriagantes,
se convierte en un cúmulo de hojarasca
sumergida.

De "Luces del silencio"

http://cajondeletras.red

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