La voz perdida - Poemas de RAÚL CONTRERAS
La voz perdida
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2007
I
Encendido Pastor del paso leve
Y del ojo sin mancha que vigila,
Soy el cordero que perdió la esquila
Y subir a tu amparo no se atreve.
Mi sombra frágil, que a tu luz se mueve,
Una ilusión de eternidad destila.
¿Cómo hallar, bajo el péndulo que oscila,
tu paso que me ronde y que me lleve?
No en la miel, no en el nido, no en la rama,
Sino en tu voz, que sin llamar me llama,
Atisbo la presencia de mi Dueño.
Y estoy en Ti como en el mar la espuma:
Tú limpia claridad, yo sed de bruma,
Tú lo más grande. Yo lo más pequeño…
II
Sentí que iba a venir… Abrí la puerta
Y eché a volar un pensamiento puro.
Bajé al jardín y coloqué en el muro
Un haz de rosas y una jaula abierta.
Tibia la boca, el corazón alerta,
Tendí las manos al Amor seguro.
Y el alba inútil apagó el conjuro
Con las cenizas de la luna muerta.
Mas sé que vino sin venir. Que vino
Hasta mi alcor. Puso en la jaula un trino,
Agua en mi sed y, en mi silencio, arrobo.
¿Qué son de esquila respondió a su canto?
… Sólo más tarde percibí su manto,
vellón de luz, en cubil del lobo.
III
No viene ya quien, sin venir, venía…
¿En dónde el eco de su voz ausente
y aquellos ojos de mirar doliente
que alumbraron mi sombra como el día?
¡Este pavor de caminar sin guía
y a contraluz! Sobre la brasa ardiente,
hielo interior, mi desamparo siente
que el eco es mudo y que la brasa es fría.
¿Dónde el Pastor de la sonrisa blanca?
Oigo su paso leve en la barranca…
Y un alba nueva me ilumina dentro
Del barro en flor y la raíz madura.
¡Porque ya sé que, entre la selva oscura,
la Voz perdida me saldrá al encuentro!
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2007
I
Encendido Pastor del paso leve
Y del ojo sin mancha que vigila,
Soy el cordero que perdió la esquila
Y subir a tu amparo no se atreve.
Mi sombra frágil, que a tu luz se mueve,
Una ilusión de eternidad destila.
¿Cómo hallar, bajo el péndulo que oscila,
tu paso que me ronde y que me lleve?
No en la miel, no en el nido, no en la rama,
Sino en tu voz, que sin llamar me llama,
Atisbo la presencia de mi Dueño.
Y estoy en Ti como en el mar la espuma:
Tú limpia claridad, yo sed de bruma,
Tú lo más grande. Yo lo más pequeño…
II
Sentí que iba a venir… Abrí la puerta
Y eché a volar un pensamiento puro.
Bajé al jardín y coloqué en el muro
Un haz de rosas y una jaula abierta.
Tibia la boca, el corazón alerta,
Tendí las manos al Amor seguro.
Y el alba inútil apagó el conjuro
Con las cenizas de la luna muerta.
Mas sé que vino sin venir. Que vino
Hasta mi alcor. Puso en la jaula un trino,
Agua en mi sed y, en mi silencio, arrobo.
¿Qué son de esquila respondió a su canto?
… Sólo más tarde percibí su manto,
vellón de luz, en cubil del lobo.
III
No viene ya quien, sin venir, venía…
¿En dónde el eco de su voz ausente
y aquellos ojos de mirar doliente
que alumbraron mi sombra como el día?
¡Este pavor de caminar sin guía
y a contraluz! Sobre la brasa ardiente,
hielo interior, mi desamparo siente
que el eco es mudo y que la brasa es fría.
¿Dónde el Pastor de la sonrisa blanca?
Oigo su paso leve en la barranca…
Y un alba nueva me ilumina dentro
Del barro en flor y la raíz madura.
¡Porque ya sé que, entre la selva oscura,
la Voz perdida me saldrá al encuentro!
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de RAÚL CONTRERAS