Primavera - Poemas de PEDRO GEOFFROY RIVAS
Primavera
Poema publicado el 21 de Septiembre de 2008
Allá lejos, la primavera andará despeinándose,
Ahora, en esta hora desatendida y lenta,
Cuajada de racimos imprevistos,
De pupilas sin sueño,
De reptaciones trémulas,
De avances y de orugas y de sexos hambrientos.
Pero aquí hasta nosotros no llegará la primavera.
A nosotros se nos niega la pregunta
Y el contacto y la luz y el improperio.
Las gentes huyen al vernos macilentos y erguidos,
El viento se detiene en las rejas,
Las respuestas chocan contra los altos muros
Y rebotan y se van sin encontarnos.
Andará por las calles la primavera luminosa,
Con los senos alzados,
Provocando a los mendigos y a los perros sin amo,
Alborotando instintos, desparramando pólenes,
Concretando las largas imprecisiones del invierno.
Caminará por los barrios ricos de todas las ciudades la primavera
Prostituta
Ofreciendo en subasta su diminuto vientre,
Halagando a los posibles compradores de su perfume y de sus brisas
Y de su aliento
cálido,
Infundiendo asquerosas intenciones en los viejos impotentes
Y encendiendo la sangre de los jóvenes que aún no tuvieron
Tiempo de
estrenarse el sexo.
Ah, pequeña primavera desvergonzada,
Niña precoz y lista;
Qué bien sabes calcular tus dones y escoger tus clientes.
Pero ya llegará la hora de bajar hasta los barrios de los pobres,
De penetrar en las casas de vecindad increíblemente desoladas,
De pasearte del brazo de todos los que no logran pagarte tus favores,
De parir lindas primaveritas engendradas por un robusto viento
Que limpiará el mundo de prostíbulos e igualará los barrios
De todas
las ciudades.
Entonces llegarás hasta nosotros sin temerle a las rejas ni a los muros
Y serás verdadera primavera; la dulce camarada primavera.
Entonces nos veremos, primavera.
Poema publicado el 21 de Septiembre de 2008
Allá lejos, la primavera andará despeinándose,
Ahora, en esta hora desatendida y lenta,
Cuajada de racimos imprevistos,
De pupilas sin sueño,
De reptaciones trémulas,
De avances y de orugas y de sexos hambrientos.
Pero aquí hasta nosotros no llegará la primavera.
A nosotros se nos niega la pregunta
Y el contacto y la luz y el improperio.
Las gentes huyen al vernos macilentos y erguidos,
El viento se detiene en las rejas,
Las respuestas chocan contra los altos muros
Y rebotan y se van sin encontarnos.
Andará por las calles la primavera luminosa,
Con los senos alzados,
Provocando a los mendigos y a los perros sin amo,
Alborotando instintos, desparramando pólenes,
Concretando las largas imprecisiones del invierno.
Caminará por los barrios ricos de todas las ciudades la primavera
Prostituta
Ofreciendo en subasta su diminuto vientre,
Halagando a los posibles compradores de su perfume y de sus brisas
Y de su aliento
cálido,
Infundiendo asquerosas intenciones en los viejos impotentes
Y encendiendo la sangre de los jóvenes que aún no tuvieron
Tiempo de
estrenarse el sexo.
Ah, pequeña primavera desvergonzada,
Niña precoz y lista;
Qué bien sabes calcular tus dones y escoger tus clientes.
Pero ya llegará la hora de bajar hasta los barrios de los pobres,
De penetrar en las casas de vecindad increíblemente desoladas,
De pasearte del brazo de todos los que no logran pagarte tus favores,
De parir lindas primaveritas engendradas por un robusto viento
Que limpiará el mundo de prostíbulos e igualará los barrios
De todas
las ciudades.
Entonces llegarás hasta nosotros sin temerle a las rejas ni a los muros
Y serás verdadera primavera; la dulce camarada primavera.
Entonces nos veremos, primavera.
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