CanciÓn del despertar de la maestra - Poemas de Irma Lanzas
CanciÓn del despertar de la maestra
Poema publicado el 21 de Enero de 2006
Hoy me siento nacer
Extensa como sombra bienhechora…
Hay entre mis pupilas
Algo de campo verde y de mañana,
Mis manos crecen, mi sonrisa vuela,
Y el afán de entregar se me levanta.
¿Enseño? No.
Me doy en la palabra,
Riego y fecundo la semilla nueva;
Mi garganta es el surco
Por donde se desborda diariamente
El ritmo vibrador que está en mis venas,
(Cada frase despierta de un latido
Y es un eco de sangre la palabra).
Por eso cuando llego a mis cultivos
Siento que al derramar mi voz sobre ellos
Me estoy dando en torrentes,
Hasta impregnar la fuerza de mi vida
En la planta naciente.
Este continuo andar entre inocencias
Me hace llevar el alma dilatada
Y un niño subterráneo de ternuras
Florece en emociones.
Ahora en este darme cotidiano
Me siento gigantesca y misteriosa,
Porque voy caminando de la mano
Con el alma del niño.
Y no hay nada más dulce y más hermoso
Que sentir que me quedo
En el brillo infantil de sus pupilas
Que con la limpidez de dos espejos
Saben copiar mi gesto.
En ellos amanece mi caricia
Más luminosa y suave.
Y siento el corazón como campana
Cuando el intenso ardor de mi alegría
Enciende cascabeles en sus risas.
Es entonces que se alza mi ramaje
Y se expanden mis mares
Y río cuando llega a mis umbrales
El salario mezquino,
Limosna que se acerca arrodillada
Porque tiene vergüenza.
Más allá está el elogio
Que pasa siempre humilde
Con traje de sonidos y colores,
Diciendo cosas que jamás comprende.
Y aquí, en la plenitud de mi esperanza
Que tiene luz de niños,
Palidecen las pobres vanidades,
Y vuelve mi visión a hacerse clara
Y vuelvo yo a sentirme
Extensa como sombra bienhechora…
Poema publicado el 21 de Enero de 2006
Hoy me siento nacer
Extensa como sombra bienhechora…
Hay entre mis pupilas
Algo de campo verde y de mañana,
Mis manos crecen, mi sonrisa vuela,
Y el afán de entregar se me levanta.
¿Enseño? No.
Me doy en la palabra,
Riego y fecundo la semilla nueva;
Mi garganta es el surco
Por donde se desborda diariamente
El ritmo vibrador que está en mis venas,
(Cada frase despierta de un latido
Y es un eco de sangre la palabra).
Por eso cuando llego a mis cultivos
Siento que al derramar mi voz sobre ellos
Me estoy dando en torrentes,
Hasta impregnar la fuerza de mi vida
En la planta naciente.
Este continuo andar entre inocencias
Me hace llevar el alma dilatada
Y un niño subterráneo de ternuras
Florece en emociones.
Ahora en este darme cotidiano
Me siento gigantesca y misteriosa,
Porque voy caminando de la mano
Con el alma del niño.
Y no hay nada más dulce y más hermoso
Que sentir que me quedo
En el brillo infantil de sus pupilas
Que con la limpidez de dos espejos
Saben copiar mi gesto.
En ellos amanece mi caricia
Más luminosa y suave.
Y siento el corazón como campana
Cuando el intenso ardor de mi alegría
Enciende cascabeles en sus risas.
Es entonces que se alza mi ramaje
Y se expanden mis mares
Y río cuando llega a mis umbrales
El salario mezquino,
Limosna que se acerca arrodillada
Porque tiene vergüenza.
Más allá está el elogio
Que pasa siempre humilde
Con traje de sonidos y colores,
Diciendo cosas que jamás comprende.
Y aquí, en la plenitud de mi esperanza
Que tiene luz de niños,
Palidecen las pobres vanidades,
Y vuelve mi visión a hacerse clara
Y vuelvo yo a sentirme
Extensa como sombra bienhechora…
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