Pequeño cerdo enamorado - Poemas de Heriberto Montano
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Pequeño cerdo enamorado
Poema publicado el 19 de Noviembre de 2008
Sudoroso el tambor del alma las manos entre las piernas
Pequeño cerdo enamorado gordo de palpitaciones
El niño en la banca amarilla la brisa en su camisa rota
Bajo el follaje un clarinero devora una paloma
Picotazo a picotazo en la rama del maquilíshuat
Corazón sediento que bebe de la fuente del parque
Al costado este un cuartel sus tristes soldados
Prac el tacón firme en el saludo a la bandera
Indiferente el cerebro a las moscas de la vida
Y al amor eléctrico en mis poros asustados
Al costado norte a la izquierda una etérea mansión
Rejas de hierro arbolitos de mandarina blancura suprema
Del tiempo de las cosas lindas de esta historia
Junto a ésta puertas hinchadas por el sol y los diluvios
Ventanas largas bisagras oxidadas vidrios rotos
La escuela primaria de donde pronto saldrás
Venerada niña diosa de labios carnosos sonrosados
Radiante te verás en un pequeño espejo circular
Tus trece años impecables en el latir de la memoria
Niña incesante y vana en mi recuerdo
Yo te dejé anclada a la izquierda del retrato que guardo
Sonriente la mirada en el vehemente silencio de tu piel ingenua
En los días de ráfagas de brisa en la ciudad soñada
Ciudad que se desmorona que aumenta que cae
Que se transfigura como mujer vieja que canta
Que emerge de sueños bajo antiguos faroles
Que aparece y desparece como barco en la neblina
Como ciudad a ratos en el soplo de los días
Poema publicado el 19 de Noviembre de 2008
Sudoroso el tambor del alma las manos entre las piernas
Pequeño cerdo enamorado gordo de palpitaciones
El niño en la banca amarilla la brisa en su camisa rota
Bajo el follaje un clarinero devora una paloma
Picotazo a picotazo en la rama del maquilíshuat
Corazón sediento que bebe de la fuente del parque
Al costado este un cuartel sus tristes soldados
Prac el tacón firme en el saludo a la bandera
Indiferente el cerebro a las moscas de la vida
Y al amor eléctrico en mis poros asustados
Al costado norte a la izquierda una etérea mansión
Rejas de hierro arbolitos de mandarina blancura suprema
Del tiempo de las cosas lindas de esta historia
Junto a ésta puertas hinchadas por el sol y los diluvios
Ventanas largas bisagras oxidadas vidrios rotos
La escuela primaria de donde pronto saldrás
Venerada niña diosa de labios carnosos sonrosados
Radiante te verás en un pequeño espejo circular
Tus trece años impecables en el latir de la memoria
Niña incesante y vana en mi recuerdo
Yo te dejé anclada a la izquierda del retrato que guardo
Sonriente la mirada en el vehemente silencio de tu piel ingenua
En los días de ráfagas de brisa en la ciudad soñada
Ciudad que se desmorona que aumenta que cae
Que se transfigura como mujer vieja que canta
Que emerge de sueños bajo antiguos faroles
Que aparece y desparece como barco en la neblina
Como ciudad a ratos en el soplo de los días
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