Poemas de GUILLERMO VALENCIA
GUILLERMO VALENCIA
GUILLERMO VALENCIA
(1873-1943)
Nació en Colombia,. Aristocrático y señorial en sus gustos y su estilo de
vida, y aun en su poesía, Valencia se inserta de lleno, sin embargo, en
esa característica tradición del intelectual hispanoamericano que, desde
muy temprano en la historia republicana del continente, inauguran Andrés
Bello y Domingo Faustino Sarmiento: la del hombre de estudios y de letras
quien, a su vez, participa activamente en los quehaceres civilistas y
públicos de su país. Servicios parlamentarios varias veces miembro de la
Cámara de Representantes y el Senado; participación en la carrera
diplomática primer secretario de la Legación de Colombia enFrancia, Suiza
y Alemania, lo que le permitió con gran provecho y goce suyo, hacer la
experiencia de la vida cultural europea más avanzada de principios de
siglo; altos puestos administrativos secretario de Educación del
Departamento de Cundinamarca, y jefe civil y militar del de Cauca; y hasta
candidato en dos ocasiones -siempre por el Partido Conservador, y sin
éxito en ninguna de ellas- a la Presidencia de la República. Había
recibido una sólida educación clásica y humanística, que se refleja
visiblemente en su obra; y a pesar de su asendereada actividad pública y
política no cortó nunca sus raíces con su ciudad natal, la ilustre y
patricia Popayán, una de las más tradicionalmente hispanas del Nuevo
Mundo. Allí solía recogerse, en el retiro de su residencia de Belalcázar,
la cual ha sido vista en cierto modo como una concreción real de la "Torre
de Marfil" a que aspiraban los artistas de la época.
Dejando a un lado particularizaciones temáticas, en su conjunto el mundo
espiritual de Valencia se muestra escindido en una pugna dialéctica entre
los principios negativos y positivos que rigen la existencia: la carne y
el espíritu, el vicio y la virtud, la concepción pagana de la vida y los
valores perdurables del cristianismo. Y ante esa polaridad, que se hizo
crudamente sensible a los hombres del fin de siglo y define la marca
candente de la espiritualidad conflictiva de la época su muy extemso poema
Anarkos, que no es precisamente lo mejor de su obra, y el cual por ello y
por su longitud no se recoge aquí, le dio gran popularidad e incluso le
acompañó casi como slogan en sus campañas políticas hasta la estimación
sutil de los valores del arte más refinado y decadente: sacrificar un
mundo para pulir un verso, como sentenció en una línea de "Leyendo a
Silva" que sólo parcialmente podría haber hecho lema suyo. Porque esta
inclinación del esteta, que de cierto no desdeñó estetas eran sus poetas
preferidos, y rigurosamente estética fue su actitud ante el trabajo de la
palabra, no conspiró nunca en él contra su insobornable nervatura moral. Y
así sus momentos más intensos, como ha notado Robert J. Glickman,
"demuestran que el propósito fundamental de Valencia era celebrar `ritos
literarios´ que pudieran contrarrestar el influjo de las fuerzas negativas
que sin tregua intentan impedir la elevación espiritual del individuo y de
la sociedad". Y en virtud de este impulso vertical y trascendente que de
hecho no le fue privativo en la época queda iluminada, al margen de
preciosismos y decorativismos exteriores, la pertenencia raigal de este
poeta a la tradición más honda y esencial del modernismo.
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