Y estoy aquí... - Poemas de Dante Franco Córdova Martínez
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Y estoy aquí...
Poema publicado el 10 de Octubre de 2009
Y estoy aquí, envuelto en soledad,
saboreando la acritud del cruel destino,
las antañas esperanzas se marchitan,
las fugaces ilusiones se murieron.
Y vivo en esta muerte taciturna,
en medio de suspiros mortecinos;
arca he sido de penas y dolores,
hojas secas en horrendas tempestades.
Voy sin rumbo, perdido del camino,
negras sombras adornan mi nostalgia,
veo el mundo sin poder reconocerlo,
me veo retratado en el olvido.
Por la senda solitaria me acompañan
los abrojos de mis locos desvaríos,
las cenizas de mi llama ya extinguida,
los vapores de mi linfa evaporada.
Los recuerdos me golpean su constancia,
recriminan los desvelos sin sentido,
los momentos que se fueron marchitando,
al galope descuidado de los días.
Y vivo las postreras ilusiones,
aferrado a no sé qué milagro sacro,
si sé, que todo ha sido en vano,
si sé, que todo se ha perdido.
Y estoy aquí, envuelto en soledad,
saboreando la acritud del cruel destino;
me visitan las antañas esperanzas,
las fugaces ilusiones resucitan.
Poema publicado el 10 de Octubre de 2009
Y estoy aquí, envuelto en soledad,
saboreando la acritud del cruel destino,
las antañas esperanzas se marchitan,
las fugaces ilusiones se murieron.
Y vivo en esta muerte taciturna,
en medio de suspiros mortecinos;
arca he sido de penas y dolores,
hojas secas en horrendas tempestades.
Voy sin rumbo, perdido del camino,
negras sombras adornan mi nostalgia,
veo el mundo sin poder reconocerlo,
me veo retratado en el olvido.
Por la senda solitaria me acompañan
los abrojos de mis locos desvaríos,
las cenizas de mi llama ya extinguida,
los vapores de mi linfa evaporada.
Los recuerdos me golpean su constancia,
recriminan los desvelos sin sentido,
los momentos que se fueron marchitando,
al galope descuidado de los días.
Y vivo las postreras ilusiones,
aferrado a no sé qué milagro sacro,
si sé, que todo ha sido en vano,
si sé, que todo se ha perdido.
Y estoy aquí, envuelto en soledad,
saboreando la acritud del cruel destino;
me visitan las antañas esperanzas,
las fugaces ilusiones resucitan.
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