La tempestad - Poemas de Carlos Ordóñez
La tempestad
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2005
Es profunda la noche,
no queda una gota de sol.
No puedo sacarme del corazón el fuego de la
[Ciudad Doliente,
afirmo silencios sobre el desconsuelo,
le arranco a la tierra un pedazo de piel que empuño con
[dolor.
De pronto
que la noche inmensa cae encima de mi vida.
En la tierra
quedan las brasas, esas frutas que el aire deja caer
como la esperanza de un enfermo,
quedan los escombros,
la vida que quise alzar
para que el viento se llevara mi polvo.
La maldad no es sólo un animal sediento,
ni un perro que devora miembros…
En medio, el camino es angosto
y de nada sirve el regreso;
se pudrieron las frutas,
y aquí la noche y la palabra ausencia
tienen un sonido silencioso,
como de viento contra velas,
como un mar de otoño en las puertas del olvido.
Todo lo que antes parecía cielo,
ahora es una grieta que de un bostezo
se traga a la tierra entera.
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2005
Es profunda la noche,
no queda una gota de sol.
No puedo sacarme del corazón el fuego de la
[Ciudad Doliente,
afirmo silencios sobre el desconsuelo,
le arranco a la tierra un pedazo de piel que empuño con
[dolor.
De pronto
que la noche inmensa cae encima de mi vida.
En la tierra
quedan las brasas, esas frutas que el aire deja caer
como la esperanza de un enfermo,
quedan los escombros,
la vida que quise alzar
para que el viento se llevara mi polvo.
La maldad no es sólo un animal sediento,
ni un perro que devora miembros…
En medio, el camino es angosto
y de nada sirve el regreso;
se pudrieron las frutas,
y aquí la noche y la palabra ausencia
tienen un sonido silencioso,
como de viento contra velas,
como un mar de otoño en las puertas del olvido.
Todo lo que antes parecía cielo,
ahora es una grieta que de un bostezo
se traga a la tierra entera.
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