Los laberintos de mi vida - Poemas de Antonio R Munguia
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Los laberintos de mi vida
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2011
Caminar por senderos que aparecen al paso
es desde que era niño mi puerta hacia el acaso.
Mi hogar dejaba presto sin brújula o sextante
y emprendía una marcha como el judío errante.
Disfruté muchas veces de ese gusto infinito
y cada cosa al paso me propinaba un grito
pidiéndome hacer alto y meditar con calma
si dentro en su materia también se hallaba un alma.
Igual riscos pequeños que enormes pedregales
frenaban mis pisadas requiriendo puntuales
mi juicio a su existencia valiosa y desigual
comparada con seres del mundo espiritual.
Con gusto hacía un alto, erguido o descansando
sobre un pasto mullido o en sepulcros rezando,
si al caminar mi rumbo sin prisa ni criterio
me llevaba a las tumbas del viejo cementerio.
Y en plática cerrada con amor desfogado
olvidaba mi hastío y enfocaba animado
meditando si dentro de lo que yace inerte
hay algo que aún vive en medio de la muerte.
Estos locos intentos de penetrar a fondo
en cuanta cosa al paso me tocaba muy hondo,
les llamé Laberintos que con ansia inhibida
disfruté desde niño. ¡ Lo mejor de mi vida…!
Poema publicado el 10 de Diciembre de 2011
Caminar por senderos que aparecen al paso
es desde que era niño mi puerta hacia el acaso.
Mi hogar dejaba presto sin brújula o sextante
y emprendía una marcha como el judío errante.
Disfruté muchas veces de ese gusto infinito
y cada cosa al paso me propinaba un grito
pidiéndome hacer alto y meditar con calma
si dentro en su materia también se hallaba un alma.
Igual riscos pequeños que enormes pedregales
frenaban mis pisadas requiriendo puntuales
mi juicio a su existencia valiosa y desigual
comparada con seres del mundo espiritual.
Con gusto hacía un alto, erguido o descansando
sobre un pasto mullido o en sepulcros rezando,
si al caminar mi rumbo sin prisa ni criterio
me llevaba a las tumbas del viejo cementerio.
Y en plática cerrada con amor desfogado
olvidaba mi hastío y enfocaba animado
meditando si dentro de lo que yace inerte
hay algo que aún vive en medio de la muerte.
Estos locos intentos de penetrar a fondo
en cuanta cosa al paso me tocaba muy hondo,
les llamé Laberintos que con ansia inhibida
disfruté desde niño. ¡ Lo mejor de mi vida…!
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