Del nacer al morir - Poemas de Antonio R Munguia
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Del nacer al morir
Poema publicado el 17 de Noviembre de 2019
Senderos espinosos de mi tierra encantada,
Brechas que a diario piso en su punto trivial:
Al despuntar la aurora de los días aciagos
abran el horizonte de mis sueños de gloria
como hacen sus corolas las flores desveladas,
al canto de las aves que habitan su pensil;
y ofrezcan a mi vista con múltiples colores
un paraíso amable que avive mi ilusión.
Si nada de mis sueños semejan los jardines
marchitos y sedientos de la lluvia estival,
al menos con sus piedras las veredas me acojan
y le den a mis días un abrigo sin fin,
que me haga sentir fuerte, vigoroso y feliz
en el profundo seno de un remanso de paz.
Y es que este calendario de los años vividos
azota mis sentidos como fuerte ciclón.
Como grito insolente de agitados bemoles,
de un vibrar infinito de aguijones sangrantes,
punteando el pentagrama trazado en el ayer.
Los suspiros en días de promesas felices,
al paso de los años devinieron ingratos
en planos abismales sin triunfo ni esplendor.
Hoy recuerdos amargos de mis tiempos de niño
descuentan uno a uno los grados del amor,
reemplazando con cactus las cerezas marchitas
de un futuro anhelado que se volvió bostezo,
humo negro y nostalgia; tiempo hueco; fracaso;
ajenjo y decepción.
Poema publicado el 17 de Noviembre de 2019
Senderos espinosos de mi tierra encantada,
Brechas que a diario piso en su punto trivial:
Al despuntar la aurora de los días aciagos
abran el horizonte de mis sueños de gloria
como hacen sus corolas las flores desveladas,
al canto de las aves que habitan su pensil;
y ofrezcan a mi vista con múltiples colores
un paraíso amable que avive mi ilusión.
Si nada de mis sueños semejan los jardines
marchitos y sedientos de la lluvia estival,
al menos con sus piedras las veredas me acojan
y le den a mis días un abrigo sin fin,
que me haga sentir fuerte, vigoroso y feliz
en el profundo seno de un remanso de paz.
Y es que este calendario de los años vividos
azota mis sentidos como fuerte ciclón.
Como grito insolente de agitados bemoles,
de un vibrar infinito de aguijones sangrantes,
punteando el pentagrama trazado en el ayer.
Los suspiros en días de promesas felices,
al paso de los años devinieron ingratos
en planos abismales sin triunfo ni esplendor.
Hoy recuerdos amargos de mis tiempos de niño
descuentan uno a uno los grados del amor,
reemplazando con cactus las cerezas marchitas
de un futuro anhelado que se volvió bostezo,
humo negro y nostalgia; tiempo hueco; fracaso;
ajenjo y decepción.
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