Vulnerable menguante - Poemas de Alfonso Fajardo
Vulnerable menguante
Poema publicado el 15 de Julio de 2008
Vulnerable menguante, ¿adonde caen
los cristales más furtivos de tu vientre?,
¿de quién la lectura de tus ojos, el eje
de tu rostro?.
Bajo mis pasos, el pasado. Bajo tu imagen,
el jadeante caballos del vértigo y la locura, la estela
de tu más profunda barca.
No podría descifrar la historia de tus venas,
pero tengo sangre para inocularte el veneno,
la heroína circulante de mi olor.
Hay una belleza que sólo la sinrazón descubre.
La noche eyacula tus fauces y tu luna
se desangra en mis manos, sobre el semen
del tiempo sólo mis demonios caminan.
En tus ventanas miro, en sus remansos deletreo;
allí encuentro, prisma de alientos y gemidos,
los metalenguajes alucinados de tus sueños, las esferas
celestes de mis poros.
El mundo es una leyenda, un montón de esqueletos
apilados riéndose del olvido. El tiempo no existe:
es un invento ajeno que sólo nos sirve
cuando nos despegamos.
El árbol genealógico de los temblores
tendrá antecesores de fuego, pero es agua tormentosa
la que hace falta en esta adicción cuando viene,
sin más presagios que el humos de las colmenas,
el vuelo, el tiempo de las transfusiones.
Hay una danza que sólo el abismo alimenta.
Poema publicado el 15 de Julio de 2008
Vulnerable menguante, ¿adonde caen
los cristales más furtivos de tu vientre?,
¿de quién la lectura de tus ojos, el eje
de tu rostro?.
Bajo mis pasos, el pasado. Bajo tu imagen,
el jadeante caballos del vértigo y la locura, la estela
de tu más profunda barca.
No podría descifrar la historia de tus venas,
pero tengo sangre para inocularte el veneno,
la heroína circulante de mi olor.
Hay una belleza que sólo la sinrazón descubre.
La noche eyacula tus fauces y tu luna
se desangra en mis manos, sobre el semen
del tiempo sólo mis demonios caminan.
En tus ventanas miro, en sus remansos deletreo;
allí encuentro, prisma de alientos y gemidos,
los metalenguajes alucinados de tus sueños, las esferas
celestes de mis poros.
El mundo es una leyenda, un montón de esqueletos
apilados riéndose del olvido. El tiempo no existe:
es un invento ajeno que sólo nos sirve
cuando nos despegamos.
El árbol genealógico de los temblores
tendrá antecesores de fuego, pero es agua tormentosa
la que hace falta en esta adicción cuando viene,
sin más presagios que el humos de las colmenas,
el vuelo, el tiempo de las transfusiones.
Hay una danza que sólo el abismo alimenta.
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