Ensayo sobre la locura - Poemas de Alfonso Fajardo
Ensayo sobre la locura
Poema publicado el 15 de Marzo de 2000
¡Ah los pasos del hombre del vomito sobre nervios afelpados!
¡Ah hermanos de sangre de serpiente de fuego negro!
Las campanas del llamado de la bestia gritan adentro
y apenas la noche levanta sus faldas y muestra
los jardines colgantes del abismo de los pútridos vientres
de la bella luz artificial que como sexo atrae
los pechos de mármol desteñido de los desesperados
Comienza el sonido de los ángeles pecando
en las habitaciones donde la noche se encierra a fornicar
sus hijos azules cuando rezan en altares de luces de infinito
Comienza la música de la niebla y ya el pájaro negro
enjaulado en el pecho pide su comida de llamas su agua
de astros mientras los amigos del fuego cortan sus tizones
los reparten entre la cofradía alada y alimentan
al cuervo fosforescente que sangra palabras que caen
en la mesa donde se sacrifica el alma que explota en colmillos
Hierve la sangre bulle el sobresalto llamea el asombro
y el loco
con sus ojos en vértigo ancestral pide clemencia
a no sé qué dios entretenido en juegos terribles
El loco filosofo de las piedras reúne en su memoria
toda la dulzura del abandone del autoexilio del sueño
El loco
pasea el cuervo de su corazón como a un perro sarnoso
que sólo pide a una dueña donde cicatrizar sus monólogos
Las calles encienden sus genitales y ya el delirio
penetra sus grutas de agua bautismal sus grutas de humo de chaman
mientras una jauría de perros azules a dentelladas se hartan
al cansado pájaro negro que ya solo pide la muerte
Esta historia es un río de espejos reverberantes
y su nacimiento cual tragedia
tiene su origen en la sed incandescente del hombre
¡La gran sed del infierno y sus trampas!
¡La gran sed del absoluto y sus espirales!
He aquí que la palabra convoca otros dioses
y en lo furtivo de sus iglesias
Baco orina sangre en medio del publico babeante
que mórbido espera las vísceras oscuras de los deseosos
La sed de la luz de tierra de poros de agua de luz
La sed incólume de sol es la raíz de la locura
La sed insatisfecha de caminar al margen de la música
de anochecer
bajo el temblor del ciprés en pleno cementerio de palabras
La locura es el invento del pecho cuando los inviernos
Es la medicina
exacta que en exceso alivia al hediondo cáncer de la soledad
de los desesperados que sufren del hambre del fuego del mundo
La locura es el mar que se abre para dar paso
a los eternamente perseguidos
por el dolor
Es la puerta entreabierta de salida del gran ojo del laberinto
La noche
-hija de la rabia rata negra de la ciudad vomito
de luciérnagas partera de monstruos prostituta del vino sanguijuela
de la luz arma del dolor pederasta de los sueños gangrena del pálpito-
arrastra sus horas como cuerpo aletargados sobre las mesas
donde orina el olvido
y la madrugada con su sereno bautiza los crímenes las cabezas de los locos
y ya el cielo se torna azul y ya la sangre se vuelve sombra
y los locos caminas de regreso al infierno de las cuevas de sus días
mientras en chorro de plumas negras se empozan en sus pechos
y ellos se ahogan aun sin sacarle los ojos a nadie
y esconden sus heridas mas abiertas bajo abrigos amarillos
hasta el próximo paraíso
Poema publicado el 15 de Marzo de 2000
¡Ah los pasos del hombre del vomito sobre nervios afelpados!
¡Ah hermanos de sangre de serpiente de fuego negro!
Las campanas del llamado de la bestia gritan adentro
y apenas la noche levanta sus faldas y muestra
los jardines colgantes del abismo de los pútridos vientres
de la bella luz artificial que como sexo atrae
los pechos de mármol desteñido de los desesperados
Comienza el sonido de los ángeles pecando
en las habitaciones donde la noche se encierra a fornicar
sus hijos azules cuando rezan en altares de luces de infinito
Comienza la música de la niebla y ya el pájaro negro
enjaulado en el pecho pide su comida de llamas su agua
de astros mientras los amigos del fuego cortan sus tizones
los reparten entre la cofradía alada y alimentan
al cuervo fosforescente que sangra palabras que caen
en la mesa donde se sacrifica el alma que explota en colmillos
Hierve la sangre bulle el sobresalto llamea el asombro
y el loco
con sus ojos en vértigo ancestral pide clemencia
a no sé qué dios entretenido en juegos terribles
El loco filosofo de las piedras reúne en su memoria
toda la dulzura del abandone del autoexilio del sueño
El loco
pasea el cuervo de su corazón como a un perro sarnoso
que sólo pide a una dueña donde cicatrizar sus monólogos
Las calles encienden sus genitales y ya el delirio
penetra sus grutas de agua bautismal sus grutas de humo de chaman
mientras una jauría de perros azules a dentelladas se hartan
al cansado pájaro negro que ya solo pide la muerte
Esta historia es un río de espejos reverberantes
y su nacimiento cual tragedia
tiene su origen en la sed incandescente del hombre
¡La gran sed del infierno y sus trampas!
¡La gran sed del absoluto y sus espirales!
He aquí que la palabra convoca otros dioses
y en lo furtivo de sus iglesias
Baco orina sangre en medio del publico babeante
que mórbido espera las vísceras oscuras de los deseosos
La sed de la luz de tierra de poros de agua de luz
La sed incólume de sol es la raíz de la locura
La sed insatisfecha de caminar al margen de la música
de anochecer
bajo el temblor del ciprés en pleno cementerio de palabras
La locura es el invento del pecho cuando los inviernos
Es la medicina
exacta que en exceso alivia al hediondo cáncer de la soledad
de los desesperados que sufren del hambre del fuego del mundo
La locura es el mar que se abre para dar paso
a los eternamente perseguidos
por el dolor
Es la puerta entreabierta de salida del gran ojo del laberinto
La noche
-hija de la rabia rata negra de la ciudad vomito
de luciérnagas partera de monstruos prostituta del vino sanguijuela
de la luz arma del dolor pederasta de los sueños gangrena del pálpito-
arrastra sus horas como cuerpo aletargados sobre las mesas
donde orina el olvido
y la madrugada con su sereno bautiza los crímenes las cabezas de los locos
y ya el cielo se torna azul y ya la sangre se vuelve sombra
y los locos caminas de regreso al infierno de las cuevas de sus días
mientras en chorro de plumas negras se empozan en sus pechos
y ellos se ahogan aun sin sacarle los ojos a nadie
y esconden sus heridas mas abiertas bajo abrigos amarillos
hasta el próximo paraíso
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de Alfonso Fajardo