Tu coche rojo (111) - Poemas de Agueda Molina
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Tu coche rojo (111)
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2019
Lanza tu coche rojo y estréllate en el viento.
Muramos en la llama verde de los crepúsculos
llévame hasta el final clamoroso del día
y que nuestras dobles vidas, nuestras dos juventudes
reflorezcan lejos de nuestras biografías.
Vamos en nuestra gran noche
pulsa tu coche rojo como el arpa de humo
de un verano sangriento
y muramos a dos…juntos y separados.
Lanza tu coche rojo y estréllate en el tiempo.
Acabemos de golpe con la brillante farsa de estar vivos.
Sabes lo que te digo, tú entiendes mi amargura.
Subamos a tu coche, volemos en la noche
hasta el límite rojo, hasta los farallones de la muerte.
Lo hemos vivido todo.
Hemos llorado muertos muy pequeños
hemos tenido amores inmensos;
ahora somos muy viejos ¡Qué coche funerario!
Velocísimo coche para volar en julio
al final de los meses;
para volar en julio a la muerte sin fecha.
Lanza tu coche rojo y estréllalo en el tiempo.
Estréllalo en la brisa rizada del verano.
Estréllalo en el oro turquesa del estío.
¡Qué final silencioso!
¡Qué gloria tan callada para nuestras dos vidas!
¡Qué viento tan ligero, tan nocturno!
Como un ave volaría sin palabras sobre nuestras cabezas.
Poema publicado el 24 de Diciembre de 2019
Lanza tu coche rojo y estréllate en el viento.
Muramos en la llama verde de los crepúsculos
llévame hasta el final clamoroso del día
y que nuestras dobles vidas, nuestras dos juventudes
reflorezcan lejos de nuestras biografías.
Vamos en nuestra gran noche
pulsa tu coche rojo como el arpa de humo
de un verano sangriento
y muramos a dos…juntos y separados.
Lanza tu coche rojo y estréllate en el tiempo.
Acabemos de golpe con la brillante farsa de estar vivos.
Sabes lo que te digo, tú entiendes mi amargura.
Subamos a tu coche, volemos en la noche
hasta el límite rojo, hasta los farallones de la muerte.
Lo hemos vivido todo.
Hemos llorado muertos muy pequeños
hemos tenido amores inmensos;
ahora somos muy viejos ¡Qué coche funerario!
Velocísimo coche para volar en julio
al final de los meses;
para volar en julio a la muerte sin fecha.
Lanza tu coche rojo y estréllalo en el tiempo.
Estréllalo en la brisa rizada del verano.
Estréllalo en el oro turquesa del estío.
¡Qué final silencioso!
¡Qué gloria tan callada para nuestras dos vidas!
¡Qué viento tan ligero, tan nocturno!
Como un ave volaría sin palabras sobre nuestras cabezas.
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