Los gritos del silencio - Poemas de Patricia Zuleta
Los gritos del silencio
Poema publicado el 21 de Febrero de 2025
*Los Gritos Del Silencio*
En memoria de Marcelo y Dora Ramírez, mártires en la lucha contra la mineria en El Salvador.
Vinieron unos señores,
querian comprar la tierra,
las de las lomas,
las querian todas.
Desian ser ingenieros,
pero se les salió
en su voraz ambición,
hablar de geologia.
Si, esa ciencia
que estudian
casi siempre
los que hacen minas.
Saltando los líderes,
denunciando ante todos:
Éstos no son constructores
¡Son destructores!
Quieren que firmemos papeles/
y a cambio de unas migajas
les demos todo:
tierra, agua y esperansas.
Se fijaron quienes eran
los valientes líderes,
un día se fué a su trabajo,
Marcelo no volvio más.
A los dias ellos llamaron,
para avisar cínicamente
que Marcelo
estaba en un pozo.
No bastándoles su muerte,
como serpientes taimadas,
vigilaban los pasos de su esposa para darle muerte.
El parroco lo presentía,
se apresuró a buscarla
pero ya cerca de su casa
se oyó la ráfaga asesina.
Se escuchó por el río cercano/
Se oían los gritos
de su aterrado hijo:
¡Ahí va el hombre!
Dora agonizaba,
con su hijo en el vientre,
tirado su guacalito de ropa lavada/
Y el pueblo pidiendo justicia a gritos.
Patricia Zuleta, Cantora.
Derechos Reservados®
Poema publicado el 21 de Febrero de 2025
*Los Gritos Del Silencio*
En memoria de Marcelo y Dora Ramírez, mártires en la lucha contra la mineria en El Salvador.
Vinieron unos señores,
querian comprar la tierra,
las de las lomas,
las querian todas.
Desian ser ingenieros,
pero se les salió
en su voraz ambición,
hablar de geologia.
Si, esa ciencia
que estudian
casi siempre
los que hacen minas.
Saltando los líderes,
denunciando ante todos:
Éstos no son constructores
¡Son destructores!
Quieren que firmemos papeles/
y a cambio de unas migajas
les demos todo:
tierra, agua y esperansas.
Se fijaron quienes eran
los valientes líderes,
un día se fué a su trabajo,
Marcelo no volvio más.
A los dias ellos llamaron,
para avisar cínicamente
que Marcelo
estaba en un pozo.
No bastándoles su muerte,
como serpientes taimadas,
vigilaban los pasos de su esposa para darle muerte.
El parroco lo presentía,
se apresuró a buscarla
pero ya cerca de su casa
se oyó la ráfaga asesina.
Se escuchó por el río cercano/
Se oían los gritos
de su aterrado hijo:
¡Ahí va el hombre!
Dora agonizaba,
con su hijo en el vientre,
tirado su guacalito de ropa lavada/
Y el pueblo pidiendo justicia a gritos.
Patricia Zuleta, Cantora.
Derechos Reservados®
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