Vinieron los muertos - Poemas de Osvaldo Hernández
Vinieron los muertos
Poema publicado el 23 de Marzo de 2000
Vinieron los muertos.
Y mi padre dijo: —Vinieron los muertos.
Había un aire podrido tras la puerta,
un aire parecido al aire de los muertos.
—¿Son acaso de aire los muertos?,
y mi padre movió la cabeza.
Había también una puerta reclinada en su marco
del modo en que lo hacen los padres cuando esperan
a alguien que ya ha tardado tanto
y es de noche, oscuro, tan de noche,
que el aire es, de tan frío, una advertencia.
Pero no era un padre,
era solo una puerta que de tan vieja
parecía una cortina que piensa ser puerta
y que mece y golpea el viento de los muertos
a su albedrío.
Y vi también unas palomas
en la última línea de la alambrada. Y había viento.
Yo querría deciros cuán bellas eran aun a pesar del viento,
o quizás a costa del viento. Y os digo que eran bellas.
Mas no en manera tal que uno diga: “Ved, qué bellas”,
Sino del modo en que basta oírlas
para encontrar en ellas tantísima hermosura.
Poema publicado el 23 de Marzo de 2000
Vinieron los muertos.
Y mi padre dijo: —Vinieron los muertos.
Había un aire podrido tras la puerta,
un aire parecido al aire de los muertos.
—¿Son acaso de aire los muertos?,
y mi padre movió la cabeza.
Había también una puerta reclinada en su marco
del modo en que lo hacen los padres cuando esperan
a alguien que ya ha tardado tanto
y es de noche, oscuro, tan de noche,
que el aire es, de tan frío, una advertencia.
Pero no era un padre,
era solo una puerta que de tan vieja
parecía una cortina que piensa ser puerta
y que mece y golpea el viento de los muertos
a su albedrío.
Y vi también unas palomas
en la última línea de la alambrada. Y había viento.
Yo querría deciros cuán bellas eran aun a pesar del viento,
o quizás a costa del viento. Y os digo que eran bellas.
Mas no en manera tal que uno diga: “Ved, qué bellas”,
Sino del modo en que basta oírlas
para encontrar en ellas tantísima hermosura.
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