Ii - Poemas de Nicolás Pinkus
Ii
Poema publicado el 06 de Junio de 2009
El aire huele a devastación
y a vidrio. Bella corrosión del sentido
nasal, como mi voz; como el néctar que escapa del estambre
-y sin la tentación visual-
reina,
descolla y me corona como el gran testigo
de su polen: la sexualidad vegetal irrumpe
y no se ve
nada de Manhattan
llega hasta mí
la alerta insular, espina
de 1977 con mi pinga
dura contra el apagón bajo el pantalón,
huelo como los atardeceres de verano:
húmedos y untables, satinados por
y para mí
este ágape nocturno sin contornos
sin previo aviso, como si fallara el suministro de ergonomía social
y los transportes
y los teatros claudicaran
resignadamente ante la cancelación, el estupor
ajeno que contagia cómplice, al rato
-todos encogiéndose de hombros en el tren,
donde una mujer encontró fósforos
de cuando fumaba;
-todos arremolinándose contra bolsos y carteras
para no perder lo poco
y lo mucho, multitudes sin vocación
para el instinto, la sombra nos decreta
intrascendentes porque de todas las maneras visibles
posibles, le sobramos.
Poema publicado el 06 de Junio de 2009
El aire huele a devastación
y a vidrio. Bella corrosión del sentido
nasal, como mi voz; como el néctar que escapa del estambre
-y sin la tentación visual-
reina,
descolla y me corona como el gran testigo
de su polen: la sexualidad vegetal irrumpe
y no se ve
nada de Manhattan
llega hasta mí
la alerta insular, espina
de 1977 con mi pinga
dura contra el apagón bajo el pantalón,
huelo como los atardeceres de verano:
húmedos y untables, satinados por
y para mí
este ágape nocturno sin contornos
sin previo aviso, como si fallara el suministro de ergonomía social
y los transportes
y los teatros claudicaran
resignadamente ante la cancelación, el estupor
ajeno que contagia cómplice, al rato
-todos encogiéndose de hombros en el tren,
donde una mujer encontró fósforos
de cuando fumaba;
-todos arremolinándose contra bolsos y carteras
para no perder lo poco
y lo mucho, multitudes sin vocación
para el instinto, la sombra nos decreta
intrascendentes porque de todas las maneras visibles
posibles, le sobramos.
¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de Nicolás Pinkus