La estación infausta - Poemas de Miguel Aníbal Perdomo
La estación infausta
Poema publicado el 07 de Marzo de 2008
Yo soy el mismo que perdió su sombra por una simple porción de lentejas.
Ahora me siento en los parques a esperar impaciente el rumor dulce de los
azulejos. Pero no puedo oírlos: mi alma está cubierta toda de nicotina. En
mis noches vacías, me arrastro hora tras horas por las salas macizas;
soñolientas alfombras amortiguan el rumor de mis pasos. En silencio me
enfrento al cortante silencio: Márgara no me espera. Sé que tarde o
temprano debo cruzar el túnel, donde tiembla mi alma cada vez que el rumor
de los autos amenaza con tumbar las paredes. A veces, sin buscarlo,
vislumbro la ciudad, abierta al otro lado como un sueño de agua. Se puede
adivinar la deslumbrante cúpula, girando para siempre junto a los parcos
techos de osmio y oropel, y el sempiterno río corriendo hacia el olvido.
Hoy ya no sé qué hacer, han borrado mi nombre de la secta, luego que me
negué a repetir con ellos el versículo 5 el 7 y el 14. nicamente sé de ese
rumor secreto llenando la ciudad y el alma que palpita, al llegar al
andén, donde ladran los perros entre latas sedientas de cerveza.
Poema publicado el 07 de Marzo de 2008
Yo soy el mismo que perdió su sombra por una simple porción de lentejas.
Ahora me siento en los parques a esperar impaciente el rumor dulce de los
azulejos. Pero no puedo oírlos: mi alma está cubierta toda de nicotina. En
mis noches vacías, me arrastro hora tras horas por las salas macizas;
soñolientas alfombras amortiguan el rumor de mis pasos. En silencio me
enfrento al cortante silencio: Márgara no me espera. Sé que tarde o
temprano debo cruzar el túnel, donde tiembla mi alma cada vez que el rumor
de los autos amenaza con tumbar las paredes. A veces, sin buscarlo,
vislumbro la ciudad, abierta al otro lado como un sueño de agua. Se puede
adivinar la deslumbrante cúpula, girando para siempre junto a los parcos
techos de osmio y oropel, y el sempiterno río corriendo hacia el olvido.
Hoy ya no sé qué hacer, han borrado mi nombre de la secta, luego que me
negué a repetir con ellos el versículo 5 el 7 y el 14. nicamente sé de ese
rumor secreto llenando la ciudad y el alma que palpita, al llegar al
andén, donde ladran los perros entre latas sedientas de cerveza.
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