Las notas de mi marimba - Poemas de Marco Antonio Quiñónez Flores
Las notas de mi marimba
Poema publicado el 25 de Noviembre de 2010
Sube a mi memoria, acongojada,
jugando en la escalera de mi verso,
botando tecomates, resonancias,
la dulce palabra del recuerdo.
Hoy que parto, en la marimba de mi vida,
saltando en sus teclas, cual baqueta,
toco el son del vocablo agradecido:
Son, sol de mi querido amigo.
Era semilla que ha arrastrado el viento.
Era girón, apenas, de la vida.
era una pena, en carne, revivida.
Y a la palabra que silbara el viento,
!Son, sol de mi querido amigo¡
Rebotando en la piedra, aún caído,
hinqué raíces y broté por dentro.
Tocó, en mi tecla, la nota de partida.
La noche triste en soledad, sombría.
y aún el eco, cimbrando mi agonía,
brotando del hetéreo apareciste:
¡Son, sol de mi querido amigo!
Sonó la nota alegre en el concierto
de las voces que brindan por la vida.
Tocó un sin fin de tonos en el tiempo
y el sonido contínuo, que vibraba
en la escala de eterno sentimiento,
era la nota que silbara el viento:
¡Sol, son de mi querido amigo!
hoy que parto, en la marimba de mi vida,
saltando en sus teclas, cual baqueta,
llevo, por siempre, el vocablo agradecido:
¡sol, son de mi querido amigo.
Poema publicado el 25 de Noviembre de 2010
Sube a mi memoria, acongojada,
jugando en la escalera de mi verso,
botando tecomates, resonancias,
la dulce palabra del recuerdo.
Hoy que parto, en la marimba de mi vida,
saltando en sus teclas, cual baqueta,
toco el son del vocablo agradecido:
Son, sol de mi querido amigo.
Era semilla que ha arrastrado el viento.
Era girón, apenas, de la vida.
era una pena, en carne, revivida.
Y a la palabra que silbara el viento,
!Son, sol de mi querido amigo¡
Rebotando en la piedra, aún caído,
hinqué raíces y broté por dentro.
Tocó, en mi tecla, la nota de partida.
La noche triste en soledad, sombría.
y aún el eco, cimbrando mi agonía,
brotando del hetéreo apareciste:
¡Son, sol de mi querido amigo!
Sonó la nota alegre en el concierto
de las voces que brindan por la vida.
Tocó un sin fin de tonos en el tiempo
y el sonido contínuo, que vibraba
en la escala de eterno sentimiento,
era la nota que silbara el viento:
¡Sol, son de mi querido amigo!
hoy que parto, en la marimba de mi vida,
saltando en sus teclas, cual baqueta,
llevo, por siempre, el vocablo agradecido:
¡sol, son de mi querido amigo.
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