La canción inconclusa. - Poemas de Leonardo Ibáñez Valenzuela
La canción inconclusa.
Poema publicado el 29 de Julio de 2015
La canción inconclusa.
1
El viento ceso de ulular entre los pliegues
terrosos de la montaña
y tus ojos trataron de entender
el oscurecimiento de la aurora.
2
Los peces se perdieron en las
olas que murieron antes de llegar a la orilla,
y tus ojos tendieron los hilos
desde donde cuelgan nuestros amores.
3
Las voces de los vendedores
se hundieron en las grietas plagadas de dolores,
y tus ojos trazaron una línea
transparente entre las hojas de los árboles.
4
Mis manos intentaron alcanzarte
cuando emprendiste la fuga,
y tus ojos divagaron perdidos
en la penumbra.
5
La ciudad se cubrió con la penumbra
de los llantos,
y tus ojos profanaron el misterio
de los círculos de la luna.
6
Las luces de nuestra casa se extinguieron
con el miedo y la zozobra.
y tus ojos fueron capaces de trepanar
el color ceniciento de los diamantes.
7
El silencio se apodero de las ventanas
cubriéndolos con el sabor
de la incertidumbre,
y tus ojos cabalgaron presurosos
entre los jazmines del cabo.
Poema publicado el 29 de Julio de 2015
La canción inconclusa.
1
El viento ceso de ulular entre los pliegues
terrosos de la montaña
y tus ojos trataron de entender
el oscurecimiento de la aurora.
2
Los peces se perdieron en las
olas que murieron antes de llegar a la orilla,
y tus ojos tendieron los hilos
desde donde cuelgan nuestros amores.
3
Las voces de los vendedores
se hundieron en las grietas plagadas de dolores,
y tus ojos trazaron una línea
transparente entre las hojas de los árboles.
4
Mis manos intentaron alcanzarte
cuando emprendiste la fuga,
y tus ojos divagaron perdidos
en la penumbra.
5
La ciudad se cubrió con la penumbra
de los llantos,
y tus ojos profanaron el misterio
de los círculos de la luna.
6
Las luces de nuestra casa se extinguieron
con el miedo y la zozobra.
y tus ojos fueron capaces de trepanar
el color ceniciento de los diamantes.
7
El silencio se apodero de las ventanas
cubriéndolos con el sabor
de la incertidumbre,
y tus ojos cabalgaron presurosos
entre los jazmines del cabo.
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