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La ventana - Poemas de JOSÉ ASUNCIÓN SILVA


 
 
La ventana
Poema publicado el 26 de Junio de 2003

               

                              Oh! temps évanouis! Oh! splendeurs éclipsées!
                                          Oh! soleils descendus derrière l′horizon!
                                                                                              Víctor Hugo



Al frente de un balcón, blanco y dorado,
obra de nuestro siglo diez y nueve,
hay en la estrecha calle una muy vieja
ventana colonial. Bendita rama
adorna la gran reja
de barrotes de hierro colosales,
que tiene en lo más alto un monograma
hecho de incomprensibles iniciales.

A la lumbre postrera
del sol en Occidente, ¿quién no espera
mirar allí, sombría,
medio perdida en la rizada gola,
la cabeza severa
de algún oidor, o los oscuros ojos
de una dama española
de nacarada tez y labios rojos,
que al venir de la hermosa Andalucía
a la colonia nueva
el germen de letal melancolía
por el recuerdo de la patria lleva?
¡Pero no, ni las sombras le han quedado
de los que vio perderse en el pasado!



Loca turba infantil la invade ahora;
uno ríe, otro llora;
a la palma bendita
la niña arranca retejida rama,
y mientras uno al compañero llama
con incansable afán, el otro grita.
No guarda su memoria
de la ventana la vetusta historia,
y sólo en ella fija
la atención el poeta
para quien tienen una voz secreta
los líquenes grisosos
que, al nacer en la estatua alabastrina,
del beso de los siglos son señales,
y a quien narran poemas misteriosos
las sombras de las viejas catedrales.
Hoy hace más de siglo, ha muchos años,
ella escuchó la cántiga española
que tristes desengaños
o desventuras amorosas narra
de la alta noche en la quietud serena,
acompañada en la gentil guitarra
por noble caballero,
a quien tornara con la estrofa grata
el recuerdo de alegre serenata
dada en la aristocrática Sevilla,
cabe el Guadalquivir, do en claras noches
la calada Giralda se retrata
y la luz de la luna limpia brilla.

La brisa, dulce y leve
como las vagas formas del deseo,
llevó al pasar los barrotes duros
aroma de azahares y de lirios
en las risueñas fiestas de himeneo;
juramentos de amor, santos y puros;
de mortuorios cirios
el triste olor; las plácidas historias
con que la noble abuela
a rubio nieto adormeció en la cuna,
y la oración que hacia los cielos vuela
suave como los rayos de la luna.
Inútil, allí, a solas,
ella miró pasar generaciones
como pasan, con raudo movimiento
sobre la playa las marinas olas,
en la sombra los coros de visiones
y las aristas leves en el viento;
¡y ora mira la turba de los niños

de risueñas mejillas sonrosadas,
que al asomar tras de la fuerte reja
sonriente semeja
un ramo de camelias encarnadas!

¡Ay! todo pasará: niñez risueña,
juventud sonriente,
edad viril que en el futuro sueña,
vejez llena de afán...
................................................

                                                  ...Tal vez mañana
cuando de aquellos niños queden sólo
las ignotas y viejas sepulturas,
aún tenga el mismo sitio la ventana.



Selección: Guido Ferrer

       

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