Furtiva soledad - Poemas de Heriberto Montano
Furtiva soledad
Poema publicado el 26 de Junio de 2005
Jamones serranos duros como garrotes
Pero que desplazan su carne grasosa al cuchillo
Al mordisco que a pocos pertenece
Manzanas doradas de oscuro fulgor
Que sueltan como humillo su sabor a gotas
Arroz con garbanzos y almejas abiertas
Y cangrejos extraviados en su carrera hacia atrás
Carnes sonrosadas de cerdos consentidos
Rebosantes de almíbar y de especias orientales
Aves que cantan entre cebollas y verduras
Su canto de amor como cisne malherido
Zanahorias y calabazas brócolis y elotes
Y el aceite de oliva y los magníficos vinagres
Y el gran perol donde caben tantos regocijos
Del diente al labio del dicho al hecho
Con pan crujiente a la mordida a la medida
Como tu cuerpo y tu euforia
Lejos de ti amor que añoro y huelo
Lejos de estas manos que tropiezan
Lejos del cielo que reclama tus vestigios
Y de tu olor a carne sudorosa revolcada en plena cama
Solo de soledad que huele a soledad inquieta
Lejos de tu piel que huele a viandas
A grasa amotinada y a pescado fresco
A agridulce lengua y a sexo en llamas
A nalga olorosa a pasión y albahaca
A recuerdo que me humedece
Que se me hace agua entre los dientes
Que se me hace un revoltijo de ilusiones
Poema publicado el 26 de Junio de 2005
Jamones serranos duros como garrotes
Pero que desplazan su carne grasosa al cuchillo
Al mordisco que a pocos pertenece
Manzanas doradas de oscuro fulgor
Que sueltan como humillo su sabor a gotas
Arroz con garbanzos y almejas abiertas
Y cangrejos extraviados en su carrera hacia atrás
Carnes sonrosadas de cerdos consentidos
Rebosantes de almíbar y de especias orientales
Aves que cantan entre cebollas y verduras
Su canto de amor como cisne malherido
Zanahorias y calabazas brócolis y elotes
Y el aceite de oliva y los magníficos vinagres
Y el gran perol donde caben tantos regocijos
Del diente al labio del dicho al hecho
Con pan crujiente a la mordida a la medida
Como tu cuerpo y tu euforia
Lejos de ti amor que añoro y huelo
Lejos de estas manos que tropiezan
Lejos del cielo que reclama tus vestigios
Y de tu olor a carne sudorosa revolcada en plena cama
Solo de soledad que huele a soledad inquieta
Lejos de tu piel que huele a viandas
A grasa amotinada y a pescado fresco
A agridulce lengua y a sexo en llamas
A nalga olorosa a pasión y albahaca
A recuerdo que me humedece
Que se me hace agua entre los dientes
Que se me hace un revoltijo de ilusiones
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