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Lluvia - Poemas de FEDERICO GARCÍA LORCA


 
 
Lluvia
Poema publicado el 09 de Septiembre de 2004


La lluvia tiene un vago secreto de ternura,     
algo de soñolencia resignada y amable.           
Una música humilde se despierta con ella         
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.     
Es un besar azul que recibe la Tierra,           
el mito primitivo que vuelve a realizarse.       
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos     
con una mansedumbre de atardecer constante.     
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.       
La que derrama vida sobre las sementeras         
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.     
La nostalgia terrible de una vida perdida,       
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,     
o la ilusión inquieta de un mañana imposible     
con la inquietud cercana del dolor de la carne. 
El amor se despierta en el gris de su ritmo,     
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza, 
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas ojos de infinito que miran       
al infinito blanco que les sirvió de madre.     
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio 
y le dejan divinas heridas de diamante.         
Son poetas del agua que han visto y que meditan 
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.       
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos, 
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,   
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,   
la que amorosa y triste sobre las cosas caes!   
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas   
almas de fuentes claras y humildes manantiales! 
Cuando sobre los campos desciendes lentamente   
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.     
El canto primitivo que dices al silencio         
y la historia sonora que cuentas al ramaje       
los comenta llorando mi corazón desierto         
en un negro y profundo pentagrama sin clave.     
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,     
tristeza resignada de cosa irrealizable.         
Tengo en el horizonte un lucero encendido       
y el corazón me impide que corra a contemplarle. 
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman       
y eres sobre el piano dulzura emocionante.       
Das al alma las mismas nieblas y resonancias     
que pones en el alma dormida del paisaje!       

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