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¿estoy muerto, o todo está? - Poemas de Axel Javier Moreira Mazariegos


 
 
¿estoy muerto, o todo está?
Poema publicado el 19 de Noviembre de 2010

¿ESTOY MUERTO, O TODO ESTÁ?


¡Creo…, pienso que estoy muerto!
Ni las alegrías me convencen estar vivo,
mucho menos las tristezas.

El canto de las aves descompuesto
en notas rotas, yace inerte en las ramas
de sauces mudos. El viento mismo
en sus madejas se quebró en hilos,
cuando pasó entre sus ramas. Las piedras
del arroyo ya no cantan, ya no choca la
corriente contra ellas.
¡Murió el agua!

Pregunto a los fantasmas que me rodean
si estoy vivo: ¿estoy vivo, o acaso eso creo?
¿son ustedes quienes confunden mi muerte,
y al no merecer el Cielo, por ser débil con la
carne, ni aspirar al Purgatorio puedo?,
por lo tanto, ¿este es el infierno del cual
mucho se habla?.
¡Eso creo… eso creo!

Al ligero colibrí se le quebró el pico
en la dura miel de una flor
hecha fantasma; y el gorjeo hermoso
de otras aves, sujeto en grises telas
polvorientas de petrificadas arañas, que
atraparon inconscientes ayer las alegrías
y soltaron las tristezas.


¡La primera nota quebró el arco
del violín!

                  Hoy es lunes, y mañana y mañana
y otro más y será lunes; y cada año muere
y revive con el calendario, y yo continúo con
la misma incertidumbre: ¿estoy muerto?
Ni siquiera soy día de año bisiesto para nacer
y vivir veinticuatro horas, cada cuatro años,
con plena conciencia de ello. Sería mi carne
consumida por el Sol en medio tiempo,
y ablandadas mis cenizas y elevado mi humo
por la Luna en otro tanto; y una lágrima seca,
sería la mancha en la hoja de febrero.

Ya casi… ya casi no puedo pensar en nada,
¡para qué! Para qué darle más vida
a mi muerte.

Si el mar fue siempre mi asombro
y hoy las olas son riscos de sal que no se quiebran;
y la aurora escondió acuarelas, óleos y pinceles,
y la noche se volvió viuda vestida de luto riguroso.

Me paseo algunas veces por el cementerio harto
de silencio (que conmueve y que transporta) y entre
el sueño de recostadas tumbas, llego y doy vuelta
a mi mausoleo. Le hablo, le pregunto, si adentro
moran mis despojos y si sabe de mis sueños,
dónde están. Ni las hormigas que entran y salen
incansables por los orificios, me lo dicen.
¡No hay respuesta si estoy muerto!


Y aunque blanco y liso el frente, sin la lápida,
creo que la duda es más que eso:
¡Todo está y nada encuentro,
ni mi vida ni mi muerte!


Al singular Arco Iris
lo sustrajo el cofre del tesoro
y lo encerró.

¡Apocalipsis!

A lo lejos se alzan huesudos brazos,
con sus manos y sus dedos agitados en saludo,
me reciben: mi familia, mis amigos y demás desconocidos,
que en algunos momentos de mi vida
en mis rezos yo incluí.
¡Ahora sí descansaré!
¡Ahora si me doy cuenta que era el necio,
que era el único fantasma en este mundo
que no lo quería abandonar!
y en mi ascenso o descenso, ¡no lo sé!, lo confirmo:
veo mi tumba, abierta a todo el largo,
reventada por el dedo índice del Sol,
y desvestido totalmente mi esqueleto,
amplia y amarillenta mi sonrisa,
que denota mi total satisfacción:
¡Al fin podré morar tranquilo!
¡Estoy muerto!

Los azacuanes exhaustos, vuelan en círculos
sobre mí. Dan vueltas y vueltas y más vueltas.
¡Se escondieron los Puntos Cardinales!


¿Génesis?

…y continúo el ascenso,
más allá de la nada de la Tierra,
sin vida animal ni vegetal.

Desde arriba, destacando en lo estéril,
puedo ver como nueva y única esperanza:


Un promontorio de barro,

una serpiente,

a un lado un bello Árbol,

y en la punta de una de sus ramas:

una Flor.



                                                        Axel Javier Moreira Mazariegos

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